Hoy ha sido Dino mi amigo rasta es que ha marcado casi todos
mis movimientos y pensamientos del día.
Durante la noche, metida en la cama, estuve meditando en lo
alucinante de la experiencia vivida. Si quisiera resumirla sería así.
En unas cinco horas de estar con mi amigo, tres por la
mañana en la playa hablando de religión principalmente de forma distendida, sin
contratiempos y dos horas por la tarde paseando por el pueblo, llegue a vivir
con él lo que normalmente no me pasaría con ninguna pareja ni tras varios años
de convivencia.
Las horas de la mañana con él las obvio por inocentes. La
complicación fue en solo dos horas de estar juntos por la tarde.
Me estuvo presentando a los amigos, su porte era algo altivo
y orgulloso por lo que deduje que se sentía orgulloso de llevarme al lado. Me
presento a un senegalés que tenía una tienda muy bonita y muy bien decorada de
ropa chula. El amigo en cuestión estaba de muy buen ver, alto, atractivo negro
de tono agradable, en fin lo que las jovencitas de ahora le dicen un chocolate
por lo musculado del abdomen que intuí más que vi.
Al salir me dijo Dino que muchas blancas se pirraban por los
morenos, si yo también. Le dije que claro que sí (al fin y al cabo él es negro,
no tenia que ofenderse por ello). Me pregunto qué opinaba de su amigo y le
conteste que me parecía atractivo.
Automáticamente le cambiaron sus facciones me hizo todo una
metamorfosis de encarnación de celoso ofendido. Fuimos a tomar un té en un
restaurante y le propuse una mesa arrinconada, hacía mucho viento, yo tenía
frio. Me miro airado y me dijo si es que me avergonzaba de ir con él por no
sentarnos en medio de las demás mesas abarrotadas de turistas. Me lo tomé a broma.
Llego para remate una chica que vendía
algo, se puso a hablar con él, veo que Dino asiente y se pone a mirar para
otro lado, ella se dirige a mí explicándome que le ha pedido permiso para
poder dirigirse a mi……???……….Yo alucinaba, ¡de que iba todo eso¡.
Entendí, pensándolo bien, que si no lo hacía así en estas tierras el
hombre puede enfadarse.
Más tarde pasamos por un café musical que me sugirió de
entrar para verlo pero casualmente estaba el susodicho amigo senegalés hablando
con otro amigo en la barra y nos acercamos a saludarles.
Como Dino se puso a hablar con el cachas, yo estuve hablando
con el otro amigo de cosas típicas como la procedencia mia y de él, el tiempo
de estancia en la isla, en fin, de esas cosas que se hablan para pasar el rato,
de repente Dino me dice de forma autoritaria y alta “vámonos”. Yo como una
corderita eso hice.
Estaba enfadado ahora con el otro. Me decía que cuando ese
amigo (el que había estado hablando conmigo) estaba con su esposa, él (Dino) no hablaba con ella que eso era un atrevimiento. De lo que deduje que en este caso
Dino me estaba considerando el equivalente a su esposa ¡Más y más alucinante¡
Empecé a estar ya muy incómoda en esa situación que si en
principio parecía divertida por lo absurda estaba tomando un cariz peligroso.
Estaba muy afectado por todo lo acontecido (imaginario) y se
sentía traicionado por mí.
Viendo como se estaba liando la troca, le dije que me iba a
mi hotel a pesar de ser solo las nueve de la noche, la situación empezaba a ser
kafkiana, los celos, el querer a toda costa hacerme participe de lo que él
llamaba su arma secreta (en un momento dado, viendo que me iba sin darle la
oportunidad a demostrar cual era esa arma me abrazó fuertemente quedando bien
patente a que se referia). Como le rechacé en sus pretensiones amorosas estaba
descolocado.
Lo que empezó como un amigo que me explica sus cosas a tener
que salir huyendo esta mañana del hotel donde estaba e irme a otro con la esperanza
de que no me encontrara cambia el panorama radicalmente.
Le puse un mensaje diciéndole
que quería estar sola que no quería acoso sexual y que me dejara en paz.
Como era de imaginar me buscó. Esta ciudad es pequeñísima y
alguien de los muchos que deambulan por las calles que nos vió juntos
debió decirle por donde me fui de buena mañana arrastrando mi maleta. Desde mi habitación del nuevo hotel lo vi pasar, con las rastas camufladas en
un gorro y mirando a todas partes a ver si me encontraba.
Más tarde lo vi nuevamente desde el mismo sitio
encaramándose a la barandilla de unos apartamentos próximos mirando a ver si me
veía dentro del recinto donde está el jardín y la piscina.
Me sentí asediada. Sentí un revulsivo por dentro. No tengo porque
esconderme ni temerle, aunque él me considere suya por haber paseado con él
unas horas eso no le da derecho a nada, así que salí a hacer mi vida normal con
la esperanza de que si lo encontraba no me hiciera ningún numero escandaloso.
Pase el día en la playa, alejada de la población, pero por
la tarde me fui a tomar una caipiriña en un sitio que acostumbro y allí me
encontró. Se sentó delante de mí diciéndome entre pucheros y lloros que no
se merecía este trato por mi parte.
La verdad que le entiendo, para él no ha pasado nada anormal.
Quien es el guapo que le explica que las mujeres somos
libres y que no somos posesiones de ellos, que sus celos fuera de lugar y sus
reacciones de machismo no tienen cabida en mi cultura, que aunque el pretenda
amarme yo no, que el que yo le pueda gustar no me obliga a nada……En fin, la
diferencia de criterios es tan abismal que dialogar sobra, solo sirve una
posición tajante de rechazo sin cuartel.
Y como me esperaba, lo primero que me dice es que si quería
estar libre para estar con otro, que desde que me presentó a su amigo todo
cambió entre nosotros ........(¿?)
Estuve muy borde y le conteste que no teníamos nada más que
hablar que entre nosotros ni hubo ni habrá nada. Mas pucheros y estrujándose
las manos me suplicaba con chantaje emocional, no logré que se fuera hasta que
prometí que el día antes de irme le llamaría para despedirme.
En el fondo me enternecía en su inquietud y tristeza pero lo
de ayer fue de alucine, no me fio un
pelo de las reacciones paranoicas de este chico que además fuma porros y eso lo
potencia.
El día ha sido a pesar de todo muy agradable, leyendo junto
al mar, tomándome una caipiriña con buena música en una terraza.
A la noche he
salido a tomar un helado al pueblo y dar un paseo con el informático del hotel
donde me alojo ahora que casualmente lo había conocido en el avión cuando
llegué.