viernes, 20 de julio de 2012

21/3/2012 Conferencia Internacional Backpackers, Salvador de Bahia



Reunidos en la mesa larga del jardín de la entrada de nuestro hostel un representante de España (yo) dos de Francia (una pareja) uno de Polonia (Milhau) uno de Brasil (Thiago el psicólogo ) uno de Uruguay (el guitarrista) y una de Australia de facciones orientales.
Primero hicimos honores al pantagruélico e interminable desayuno, perdón, café de manha. Después iniciamos la conferencia con música a cargo de nuestro afamado guitarrista uruguayo cantando junto a él a coro canciones brasileñas.


El tema de conversación fue variando a lo largo de la mañana, estábamos pendientes de los huéspedes que entraban para incorporarlos a la tertulia con la esperanza de que fueran rusos pues de ese país no teníamos representante.
No tuvimos suerte, no llegó ningún ruso. El idioma empleado fue lo más divertido. 
El hilo conductor el inglés pero se iba mezclando los idiomas propios de cada cual con traducciones simultaneas a los que no lo entendían.

La mañana paso de forma deliciosa con risas y anécdotas entre los compañeros.
A las dos de la tarde pensaron que era ya hora de hacer algo más movido decidiéndose de ir a la playa de una isla cercana a 40 minutos en barca.


Me despedí de ellos con pesar, yo no podía ir pues tenía mi billete de bus para esa tarde, que pena, me hubiera gustado continuar con ese grupo espontaneo que se formó.
Me pidieron la dirección del blog y me prometieron escribirme por correo electrónico. Buenos chicos.
Por la tarde me puse una película brasileña con subtítulos en ingles en espera de la salida de mi bus a Arrecife, me esperaba toda una noche de trayecto.

El dueño del hostal, que por cierto es algo borde (tuvo conflictos con mis amigas catalanas acabando estas por irse al hostel de enfrente y casi lo consigue también conmigo pero le toreé) vino a decirme que si quería ir en taxi a rodoviaria podía compartirlo con dos chicos que también se iban a la misma hora que yo con su taxi.


Como es un poco tonto me insistió a pesar que le dije que como tenía mucho tiempo me iría con el bus público que es mucho más barato que su taxi (10 reales más caro que uno de la calle por el mismo recorrido).
Hablé con esos chicos, nos fuimos los tres en el medio de locomoción escogido por mí (se quedó sin prestar el servicio).
Supongo que me odiará por ello pero a quien debería de odiar es a sí mismo, si le digo que yo prefiero otra cosa y me insiste que hable con los que ya le han pedido el taxi, se arriesga a que pase lo que pasó, quedarse con un palmo de narices.
Ya en la estación de rodoviaria nos separamos por ir a diferentes salas de espera.


Llegué con mucho tiempo de antelación. Temiendo el tráfico terrible que se forma a esa hora de la tarde, salí con dos horas de adelanto.

Estuve mirando la pantalla de salidas de buses con insistencia ya que la cambiaban muy rápido antes de que hubiera localizado mi bus. Se me acercó un hombre ofreciéndome ayuda.

Se llamaba Paulo, 42 años, alemán pero ha vivido siempre en Brasil (creo que nació aquí pero no se lo pregunté) donde vino su padre a vivir y donde se casó.

Mientras me lo explicaba en mi mente vino la persistente idea que era (su padre) un nazi huido de la caza tras la segunda guerra mundial. No sé porque tengo este estereotipo tan arraigado – alemán afincado en Sudamérica o España hace sesenta años= nazi-

Bueno, en resumen que nos estuvimos haciendo mutua compañía una hora mientras me contó gran parte de su vida, su trabajo, países que ha visitado y títulos nobiliarios de la familia.
Me pidió encarecidamente que le escribiera un mail para lo que me dejó su dirección, una persona muy agradable.
La sorpresa fue lo muy efusivo que se mostró en la despedida con un fuerte abrazo y tres besos, como si nos conociéramos de toda la vida.

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