viernes, 20 de julio de 2012

23/3/2012 Hace calor en Pernambuco, Olinda



Por la mañana un estupendo desayuno, la fruta sigue estando excepcionalmente buena.
Llegó un nuevo huésped, brasileño, venía con su madre, estuvimos hablando un rato, se dedica a la terapia musical.
En principio creí que era terapia de reinserción a través de la música pero me contó que lo que hacen es terapia de recuperación de movilidad por medio de tocar un instrumento.
Me explicó como lo hacen y me pareció muy interesante.


Por ejemplo, me dijo, cuando queda una limitación en la movilidad de un brazo, le enseñan a tocar el pandeiro con ese brazo en la medida de sus posibilidades. Va aumentando la movilidad a medida que practica sacarle una sonoridad al instrumento.

Él estaba tocando el pandeiro de Mayara, lo intenté yo pero soy una petarda, no hay manera que siga un ritmo aunque sea reiterativo ni un minuto.


Mayara toca muy bien, al menos a mí me lo parece.
Ha contado una historia muy divertida.
Como trabaja los fines de semana y ella quería alargar un viaje se puso pimienta en un ojo y se fue al médico para que le hiciera un parte de justificación. El ojo se le puso rojo pero dice que no le dolió mucho.
Lo que más me gustaba es la manera que lo contaba, ponía caras como cuando un niño pequeño hace una travesura entre avergonzada y divertida.

Nos hemos despedido de ella, se ha ido a media mañana.

He pasado las horas de calor en la piscina refrescándome y nadando.
El albergue estaba vacío, no ha habido nadie en todo el día.


Por la noche había movida como cada fin de semana.
La bibliotecaria me dijo ayer que hacían algo que no entendí bien que era pero sí que era algo muy interesante.
Como no sabía donde se hacía ese evento he vuelto esta tarde a la biblioteca para que me lo explicara mejor.
Quedamos que iríamos de marcha juntas así no tendría posibilidad de perderme.
Marta es la bibliotecaria y su hermana es Miriam, las tres salimos de marcha esta noche de viernes.


Primero fuimos a lo que llaman Seresta que en español decimos serenata. 

Partimos de la plaza de San Pedro donde desde hace 20 años todos los viernes a las diez de la noche se congregan una docena de músicos y la gente que quiere acompañarlos en la marcha por las calles de la ciudad.

Las canciones que tocaban tenían el deje de las baladas románticas, los músicos de gran nivel.
Los acompañabamos coreando las canciones, bailando cuando el ritmo lo imponía.
La ronda por las calles de Olinda discurría con lentitud, hacían paradas delante de los bares y restaurantes, la gente los esperaba en la puerta de sus casas tomando la fresca o les aplaudía desde sus ventanas.

Un par de horas muy agradables, inolvidables.


Al acabar la ronda nos fuimos las tres más uno de los músicos que se unió a nosotras a una plaza cerca de mi hostal que habían montado un entoldado y estaban tocando música caracumbé.

Estuvimos bailando, me admiré de cómo se mueve Marta como solo pueden hacerlo las /os mulatos.
Es cantante en sus horas libres pero profesional, habiendo actuado en varias partes del mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario