jueves, 19 de julio de 2012

19/2/2012 Buscando a la chica de Ipanema, Rio de Janeiro



La playa es amplia de arena blanquísima y fina con un enjambre de sombrillas plantadas como hongos. 
Son tantas que solo le salva el que la playa es ancha y larga aunque ellas se han ubicado bien juntitas, supongo que son de alquiler por la uniformidad de color.

Al fondo unos islotes rompen la línea del horizonte animando la visión del mar.
Grandes olas con agua algo turbia posiblemente de alguna tormenta, supongo que en otros días estará más azul.
La gente se divierte saltando olas, el agua está muy fría lo que no importa demasiado, hace tanto calor que son un alivio sus frescas aguas.


El paseo junto al mar está cerrado al tráfico, tampoco sé si siempre es así, hoy por ser domingo o esta semana por ser carnaval. 

Un carril bici sirve de pista de atletismo para los que corren (con esta temperatura no me parece muy sano). 
De tanto en tanto hay puntos donde paran a hacer barras, abdominales y otros ejercicios que te inspiran con un cartel grafico de cómo hacerlos.

La gente circula disfrazada, unos con disfraces muy completos, otros con algún detalle.
Las pandillas de chicos y chicas suelen ir con un motivo único para todo lo que les da aspecto de camarilla.


Me he tomado un coco fresco que ha abierto a machetazos mientras yo miraba para otra parte temiendo ser testigo de cómo perdía el vendedor una mano. 
Con una cañita (pajita o como aquí se llame) me fui tan feliz saboreando el fresco agua de su interior…………¡Qué bueno me ha sabido¡

La vista de la larga y ancha playa con los altos peñascos Morro Dois Irmaos al fondo le da un aspecto de postal.

No he podido ceder a la tentación de fotografiarme con ese escenario de fondo.


La gente disfrazada se mete con los demás de forma simpática.
En el bus había uno disfrazado de pepona (muñeca de trapo) haciendo tonterías y hablando muy fuerte cosas que todos le reían, yo no lo entendía pero por la actitud de los demás parecía ingenioso.
Se sentó encima de mí excusándose por el hecho de que el bus se movía.

Realmente no encontré a la chica de Ipanema en ningún sitio, es normal, debe estar maquillándose para el desfile de la tarde.
En vez de chicas idílicas lo que más abundaban eran cuerpos más o menos deformados por obesidad de los turistas de la cultura de la comida rápida y horas de sofá alelados delante de la tele.


Intenté subir al Cristo Redentor sin conseguirlo, hay tantos buses llenos de turistas que han copado las subidas en funicular, solo se podía acceder en taxi, mejor lo dejo para otro día.

La experiencia del día ha sido tan intensa que he preferido registrar el día de hoy en dos partes, la mañana, con la visita a Ipanema y la de la tarde en el sambodromo con la parada de participantes y vestimentas imposibles.

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