viernes, 20 de julio de 2012

6/4/2012 En ferry de nuevo hacia Praia, Santiago



Como me he levantado temprano, esperando el café de la mañana, he salido a pasear por el mercado central que está cerca de mi hotel.
Los taxistas en cola en espera de ese viaje que no llega, a pesar de ser Semana Santa no se ven muchos guiris por la ciudad.


Me acerqué a uno para preguntarle por el precio hasta el puerto, enseguida se acercó otro para decirme que eran 300 escudos. Les dije que necesitaría ir más tarde.
Cuando volví de mi paseo me salieron al paso para que decidiera quien de los dos me llevaría, iban discutiendo entre ellos uno decía que yo le había preguntado a él, el otro que era él el que me había entendido y contestado a mi pregunta, en fin que entre risas les dije que eso lo resolvieran ellos.
A las ocho en punto estaba en la puerta del hotel el más intrépido, el que se metió en la conversación sin que yo le preguntara. ¿Cómo lo decidieron? No tengo ni idea.


Yendo hacia el puerto he visto lo que yo llamo borreguitos en el mar, que son esas espumas blancas que delatan mar movida. Me acordé que no llevaba biodramina.
En el puerto me encontré una pareja de dos mujeres, una portuguesa y la otra italiana (me sorprende ver tanta homosexualidad del sexo femenino, no tenía ni idea) les comenté lo del mareo y me proporcionaron un parche para colocar detrás de la oreja.
Como no creo demasiado en la efectividad de estos remedios de absorción epidérmica, al subir a bordo vi una bandeja con pastillas antimareo para que la gente que lo necesitara . Me tomé una, más vale ir bien preparada para lo que me esperaba.


Estuve acertada puesto que el catamarán se movió toda la travesía, era como estar en un tiovivo, todo el mundo mareado y vomitando, incluyendo a la italiana que llevaba solo el parche. Yo estuve genial, como si no pasara nada.
Me recogió en el puerto Arlindo que me llevó a buscar la maleta (a Fogo solo me llevé la mochila pequña) a casa de mi amigo Guilles de coachsurfing para acompañarme a un hotel, así iba a poder estar por él.


Arlindo en un caboverdiano muy agradable, muy servicial pero muy metido en su trabajo, constantemente responde a llamadas del móvil mientras estamos en el coche o comiendo, en fin que no está de vacaciones como la mayoría de gente con la que me he ido relacionando y me choca.
Praia está de fiesta hoy como el resto del mundo, es viernes santo (escrito en minúsculas con toda intención) Parece una ciudad fantasma, nadie por las calles, casi ningún coche circulando, aspecto muy diferente a cuando la dejé el lunes pasado.
En el aeropuerto he sacado billete de avión para Sao Vicente para mañana curiosamente un 25% más barato que por la web, ¡que cosas¡

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