jueves, 19 de julio de 2012

23/1/2012 En moto por Rapa Nui, Rano Raraku



Hemos alquilado una moto, entre Marta y yo nos sale lo mismo que alquilar dos bicis con la ventaja que podemos ir a los lugares más lejanos.
El día ha sido hermoso y soleado, hemos ido parando en los lugares más bonitos o los que tenían restos arqueológicos, hay muchos por todas partes.
La isla es pequeña, solo 25 km de largo, bastante plana con algunas lomas y sin árboles.
Todo son pastos que confieren un aspecto de alfombra verde que recubre el suelo por completo.
Hay dos volcanes pero son bajitos solo se eleva el cráter y poco más.
El azul del mar es muy intenso, con los rayos del sol reflejándose en él y negras rocas volcánicas donde rompen las olas formando una espuma blanca.


Hay caballos por todas partes, están pastando sueltos salvajes aunque algunos tienen la señal del hierro en el lomo.
Entre caballos (los que más) y vacas forman la fauna de esta isla.
Me pasó como con los pingüinos en la antártica, primero emocionan verlos, luego son tantos que les haces menos caso.
También sorprende que no hay más que un pueblo (la capital, Hanga Roa) en toda la isla, no hay tampoco viviendas aisladas ni granjas, nada, solo campos de pastos con caballos y vacas.
En el centro una zona de árboles no locales ya que son eucaliptos, son los únicos vestigios de lo que fue una isla muy arbolada, talados para su uso por los Rapa Nui.


Rano Raraku es el volcán que queda al norte, le llaman la cantera de los moai.
Impresiona verlos todos erguidos en medio de la montaña.
También pueden verse algunos a medio esculpir, el tamaño es impresionante.
Los esculpían en la roca horizontales, luego los separaban los transportaban y los alzaban.
En el recorrido puede verse centenares de ellos, uno esta arrodillado, es el único que tiene piernas.
Tras la visita a la cantera fuimos a ver el interior del cráter donde hay un lago muy bonito y, cómo no, más moais.


Saliendo del volcán, yendo hacia el mar hay una fila impresionante de moais de espaldas al mar, son quince, todos diferentes pero parecidos.
No puedo dejar de admirar la belleza de los caballos en libertad corriendo con las crines al viento, jugando con sus potros o revolcándose por el suelo.


Nos llegamos a la única playa de toda la isla, Anakena, en realidad hay dos, una a cada lado de un acantilado pero la de más al norte está prohibido bañarse por peligro de derrumbamiento con caída de piedras.


En la playa hay también una fila de moais muy bien conservados, estos aún mantienen sus sombreros en la cabeza.
La mayoría los han perdido pues así como el moai está hecho todo de una pieza, el sombrero se les colocaba después de erguidos encima de la cabeza, al ser una pieza separada es más fácil de que caiga por lo que los que hemos visto las piedras circulares del sombrero no muy lejos.

Un refrescante baño en un día caluroso es de agradecer y así hemos hecho, nos hemos bañado en las transparentes y azules aguas no demasiado frías.

Viendo la playa desde el agua se podía apreciar mejor la belleza del lugar.


Al volver una cerveza en la terraza bar de nuestro amigo Cesar para refrescarnos con satisfacción recordando lo bonito que ha sido el día de hoy.

La puesta de sol de hoy desde el camping hermosa también.

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