jueves, 19 de julio de 2012

7/2/2012 Clases tango, Buenos Aires



Hoy ha sido un día muy caluroso, los termómetros han llegado a 39ºC y con la humedad la sensación térmica ha sido intensísima.

Con Lorena hemos ido a visitar partes de la ciudad como el Parlamento, un edificio hecho al estilo La Pedrera de Gaudí justo al lado e otro que tiene una inscripción en catalán y el edificio abandonado de el Molino que es muy bonito y supongo que pronto lo restauraran.

En el café Los Angelitos, de estilo modernista también nos hemos tomado unos refrescos aunque lo que más nos ha refrescado es que tenían aire acondicionado.


Visitando el Centro de Arte Piazzolla, un precioso teatro remodelado como restaurante espectáculo con la exposición de cuadros alegóricos y la vida y pensamiento del gran músico.

Me ha gustado mucho, he disfrutando leyendo con que ironía y humor negro decía que “si hubiera acompañado a Gardel en su gira en vez de de estar tocando el bandoneón estaría tocando el arpa”.

El metro que hemos tomado para desplazarnos tiene los vagones de madera y desde el primer vagón se pueden ver las vías y los que vienen de cara, es gracioso.


Por la tarde me fui a clase de canyengue impartida por Marta Antón y el gallego Manolo en la Escuela Argentina de Tango en las Galerias Pacifico.
He disfrutado muchísimo por tener la suerte que estaba un señor de cierta edad que bailaba super bien a mi disposición logrando que la clase fuera un fluir armónico de nuestros cuerpos interpretando ese divertido estilo de baile arrabalero.
Después me quedé a clase de técnica de tango impartida por Guillermo Salvat y Silvia Grynt, no fue tan divertida como la anterior pero me sirvió para recordar donde están mis fallos.


Estaba convencida que había quedado con Ricardo en esa clase pero al ver que no venia me acordé que no era allí donde al final quedamos sino en la sala de tango El Beso. Le mandé un mensaje de disculpas y quedamos de vernos mañana.

En el trayecto en metro a clase un hombre me miraba fijamente, cuando cruzábamos miradas me sonreía, intenté mirar hacia otro lado dándome cuenta que es difícil, cuando no se quiere mirar algo los ojos van para allí.


Al salir de la estación se me acercó ofreciéndose acompañarme al ver que consultaba mi mapa. Me pidió que fuéramos a tomar unos cafés juntos, le manifesté que no tenía tiempo por tener una cita lo que lamentó. Que amable es también la gente de aquí.

Me recogió a la salida Alejandra, nos reunimos con Lorena y otra amiga de ellas y fuimos a tomar unos vinos.
Como esta mañana me compré unas sandalias de tango a muy buen precio (lo regatee y funcionó, ventajas de haber estado en Asia) y no los pude estrenar pues no fui a la milonga con Ricardo como habíamos quedado por mi confusión con el lugar, les enseñé a mis amigas la adquisición inmortalizándola con unas fotos.

Le entregé al camarero mi zapato para que me lo llenara de champam.


Estoy contenta con la compra, lo difícil será llevarlos con ese tacón tan fino y alto.

El calor que pasé en las clases de tango fue épico, sudaba tanto que mi cara parecía las cataratas de Aiguazú.
 El aire acondicionado no les funcionaba, un ventilador pretendía hacernos la ilusión de que corría aire y aquello era una sauna así que una buena ducha antes de dormir no estaba mal.

Así concluye otro estupendo y caluroso día en esta ciudad tan amable.

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