viernes, 20 de julio de 2012

22/3/2012 Despertando en Olinda, Recife, Pernambuco



Bien, bien, no me desperté en Olinda ya que el viaje en el bus duró 13h y no logré dormir tanto pero si dormitar hasta llegar a mi destino.

El día muy caluroso y húmedo.
Llegué al albergue aconsejado en mi guía, me gustó mucho, es una casa como de campo, jardín con las habitaciones alrededor, hamacas, cocina exterior para que no gastemos dinero en restaurantes, cocinando lo que sepamos y una piscina.


Mayara es una hermosa joven brasileña que me recibió con una amplia y bella sonrisa al llegar al dormitorio del precioso albergue de Olinda.
Como la mayoría de jóvenes que encuentro en mi camino, se presentó haciéndome participe de los planes del día, iba con otros dos jóvenes del hostal a visitar unas zonas de interés turístico de la ciudad.
Decliné la invitación a acompañarles pues el viaje en bus con los baches de la carretera (muchos) y vaivenes no me dejaron descansar lo suficiente pero estuve con ellos y dos francesas disfrutando de la piscina que aunque no muy grande si refrescante para pasar las horas de calor en las que conviene no exponerse demasiado al sol para que no se derritan los sesos.

Estaban tocando una guitarra y cantando entre remojón y remojón, coreé las canciones que me sabía.
Por la tarde fui a pasear por las empinadas calles de esta ciudad que está pegadita a Recife, se puede decir que es como un apéndice de esta.

Las vistas de Olinda son bonitas, las casas bajas, de colores variados, muy ajardinado por la vegetación boscosa restante que no destruyeron para construir el pueblo.
Al fondo se ve la mole de edificaciones altas de Recife, es bonito verlas lejos, muy lejos cuanto más lejos mejor.
Sigue sin gustarme estar entre cemento de las grandes ciudades.


Bordeando el mar, posee un malecón que permite pasear recibiendo la agradable brisa marina mientras puedo observar la vida pesquera que aún persiste.

Me llegué hasta la librería, es un bonito edificio con una amplia sala con realmente pocas estanterías de libros.
Creo, sin ser pretenciosa que yo debo tener más libros, bueno, tenía, ahora están todos en casa de José que no se cómo se las apañará con tanto libro.


La bibliotecaria, simpática brasileña con la que estuve hablando un rato, me avisó que mañana hay un evento músico-cultural muy bonito para asistir.
No me lo perderé.

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