jueves, 19 de julio de 2012

12/2/2012 Tercer día Cabo Polonio



Me he reído mucho esta mañana cuando se han despertado mis amigas.
A Claudia se le ha desatado una lengua rabalera diciendo a María Helena lindeces como boluda, la concha de tu madre y otras que ahora no logro recordar la retahíla de epítetos que le ha lanzado nada más ha abierto los ojos.
Al parecer anoche fueron a la bolera a bailar y en un memento dado Helena fue sin decir nada a Claudia que estaba hablando con un chico, viendo que no volvía la buscó y al no encontrarla se volvió a casa.


Al verla durmiendo la quería fundir pero se aguantó hasta que despertase, una gran consideración para María Helena pero también para mí que dormimos las tres en la misma habitación.
Ella se justificó diciendo que le dio la impresión que había feeling entre ellos y se fue para no molestar.
El día ha amanecido precioso, un sol radiante y sin viento, solo una suave brisa que alivia el calor.


Las mozas se han ido a pasar el día entero a la playa, no me unido a ellas porque no quiero quemarme de tanto y tan fuerte sol.
Los hijos de Gabriela se han brindado a hacerme de cicerones y me han llevado aun hermoso lugar lleno de enormes piedras redondeadas y erosionadas por el mar dándoles formas caprichosas que invitan a trabajar a la imaginación.
Entre las piedras se forman cuevas algunas transitables si se pasa agachado, las hemos investigado todas.


Son Octavio y Lautaro de trece y nueve años. Son muy atentos, inteligentes y me gusta mucho como se relacionan con los adultos como yo. Un encanto.
La comida la he hecho con la familia cuando han vuelto de la playa con horario vacacional a las cinco de la tarde.
Después he sido yo la que ha ido a la playa a tomar esos últimos rayos de sol que no hieren la piel.
Con Alejandro hemos caminado largamente por la orilla mojándonos los pies.


La puesta de sol ha sido espectacular, muy bonita y sin nubes que impidieran ver el astro rey desaparecer hundiéndose en el océano.
Para cenar han preparado un asado delicioso al que he hecho los honores olvidándome voluntariamente de que tendré un mal sueño como siempre que como carne por la noche.
Tanto la ilusión con la que me lo han preparado como la exquisitez de la misma merecen el sacrificio.
He comprado unas botellas de vino aleccionada por Gabriela de cuáles eran los mejores y realmente estaban buenos.
Claudia y María Helena se fueron a las seis de la tarde. Yo me he quedado a dormir en casa de la familia, me invitaron a pasar la noche con ellos.


Me he enterado que María Helena es la hija del ministro del interior del anterior gobierno de Uruguay.
Que personas tan maravillosa que voy encontrando por mi camino. ¿Sera casualidad? ¿o es que abunda la gente amable?
Yo creo cada día más que es esto último.

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