jueves, 19 de julio de 2012

28/1/2012 Noche marchosa, Rapa Nui



Esta mañana tras más de media hora intentando encontrar mi mochila que había dejado a secar y no recordaba donde, el viento la había escondido en una jardinera.

Nos hemos ido a caminar por la costa dirección norte por una senda que recorre gran parte de la isla.

Por el camino hemos encontrado restos arqueológicos por todas partes, indicados con carteles metálicos ilustrativos algo desgastados por la intemperie aunque la mayoría se podía leer más o menos lo que decían.


Hemos visitados cuevas, visto moais y admirado a los caballos salvajes correteando por el prado.
Una excursión de 5 horas muy agradable.


Al regresar al pueblo nos hemos dado un baño y tomado una cervecita helada en la mini playa del bar restaurante que descubrimos ante ayer.
Se estaba de miedo, una suave brisa nos aliviaba de el calor pasada en el trayecto, la vista del mar desde la terraza con sus negras rocas volcánicas y las pequeñas olas rompiendo casi a nuestros pies me han hecho pensar en lo afortunadas que somos de poder estar disfrutando de este sitio, de este instante.


Ya en el camping me ha sobresaltado que alguien me llamaba por mi nombre desde lejos.
Al acercarme no me lo podía creer, era nuevamente Kristy (Cristina la llamo yo) que me la encuentro por cuarta vez.
La primera en Rurrenabaque, en la selva. La segunda en Ushuaia, en el backpacker Free Style. La tercera en El Calafate, en la estación de bus y ahora aquí, en mi mismo camping. Es genial.



Quedamos ayer con gente del camping para salir de marcha.

Un grupo de seis compañeros de campamento, dos franceses, un italiano que trabaja aquí y vive en el camping, un alemán, Marta y yo, nos fuimos a una disco del pueblo con música local en vivo y directo.
Bailaban siete jóvenes con atuendos rapanui, es decir torso desnudo (cuerpos atléticos) pareo corto unos flecos de esparto cogidos en las pantorrillas y pies desnudos.



Ha sido una gozada verles bailar. Ayuda también el hecho de que la música de ellos es muy agradable, muy bien tocada.

Ellos con movimientos de caderas, piernas semiflexionadas y abiertas, gestos con brazos sensuales pero varoniles………En fin, delicioso para los sentidos.


Estaba a rebosar de gente del pueblo, eso me gustó, turistas éramos pocos, es un local donde van ellos a divertirse y a bailar.
No paramos de mover el esqueleto hasta que me di por vencida a las tres de la madrugada, hacía mucho calor y la ventilación no daba al abasto.

Como no hay casi iluminación en las calles el cielo se ve brillar con más intensidad, por el camino de vuelta al camping me cruzo con gente a caballo, medio de desplazamiento bastante habitual aquí, la isla de los caballos.

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