jueves, 19 de julio de 2012

11/3/2012 Aventura en Ouro Preto, Minas Gerais



Como J.Luis no trabajaba hoy por ser domingo ha tenido la gentileza de dedicarme el día.

Hemos cogido la moto y carretera y manta, fuimos hacia Ouro Preto que en mi guía lo destaca como un lugar interesante de conocer.

La hora que duró el trayecto hasta llegar allí fue de lo más agradable, la Harley con su runruneo de motor tan característico, la carretera serpenteante entre verdes bosques, el cielo con nubes juguetonas que ocultaban o mostraban el sol a capricho del viento………………¡guapo¡



El pueblo no tiene desperdicio, todo es bonito. 
Está situado entre lomas lo que hace que las calles sean empinadas pero así mismo le confiere unas vistas maravillosas desde la plaza principal que está situada en la parte más alta.

Como esta moto es muy grande y pesada (415k) J.L. optó por dejarla aparcada en la calle de la plaza que era más plana que la lateral donde estaban aparcadas las otras motos ya que temía que se tumbara por la inclinación de la calle. 
Le advertí que habían unos carteles de prohibido por ser zona de aparcamiento de la policía, no hizo caso.


El paseo por las calles de este hermoso pueblo minero, de 300 años de antigüedad, de cuando la fiebre del oro atrajo hasta aquí a los buscadores de ese preciado mineral que era abundante en esta zona, ha sido muy gratificante, edificios de época colonial muy bien conservados, monumentales iglesias (demasiadas para lo que es el pueblo) demuestran que debió de haber competencia entre ellas. 
Colinas verdes que llaman morros adornan el paisaje. Realmente un pueblo precioso.



Comimos en un buen restaurante una buena comida y ya satisfechos pretendíamos dar por acabada la visita cuando al llegar a la moto vimos que un coche de policía la tenía vigilada.

Nos explicaron que no nos la podíamos llevar porque ya había salido la grúa a por ella y se había iniciado un atestado que no podía ser frenado ya.
Se nos avisa que tardaremos dos días en poder tener la moto de nuevo por el papeleo.


Visto que no era posible llegar a un acuerdo nos dispusimos a esperar a la maldita grua que tardó hora y media en llegar por estar haciendo otro servicio.

Mientras tanto me puse a hablar con los policías, yo en español y ellos en portugués pero nos entendíamos a la perfección.
Uno de ellos me confesó (no se que hablábamos que le diera pie a ello) que no era católico que era evangelista.
Yo le manifesté que no creía en estamentos monopolizadores de la espiritualidad y en eso estábamos cuando se incorporó a la disquisición religiosa JL.


Al poco se acercó un mochilero argentino para recabar información sobre un hostal a los policías.

Tampoco sé como fue pero acabé incorporándolo a la conversación por lo que se quedó allí con ese grupo tertuliano variopinto y rocambolesco tanto por la situación, los personajes como por el tema de conversación.
Por dentro me estaba partiendo de risa.

La policía estaba sorprendida y me manifestaron que nunca habían encontrado tan buen humor ante esos acontecimientos, que normalmente la gente les gritaba airada y les insultaba, no entendían vernos tan dicharacheros y alegres.

Subir a la grúa la moto con lo que pesa requirió colaboración de todos los allí reunidos.

En comisería se creó una situación también de chiste. El comisario no podía dejar que nos lleváramos la moto sin permiso del Delegado que estaba como es natural en su casa por ser domingo.


Como había buen rollo se dignó a llamarle por teléfono consiguiendo su beneplácito.
Tenía que escribir una carta de escasas diez líneas de autorización que le llevó casi una hora hacerlo.
Tengo la impresión que los policías tienen dificultades con la semántica para redactar atestados, les cuesta mucho.

Ya nuevamente en la carretera de vuelta empezó a caer un chaparrón de tormenta con rayos y truenos, el piso con agua encharcada, nosotros empapaditos sin encontraren todo el trayecto un sitio o gasolinera donde parar hasta llegar a la gran urbe.
Es lo que tiene el ir por la campiña.

Eso sí, no paramos de reír por el camino rememorando lo absurdo de todo lo vivido como lo aventurado de la situación en esos momentos.

Ya en casa una ducha de agua caliente y ropa seca nos devolvió el confort perdido reconciliándonos con la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario