viernes, 20 de julio de 2012

17/4/2012 Paseando por Sal Rei, Boa Vista



















Como no podía faltar el viento ha sido mi fiel acompañante en mi paseo por la playa de Sal Rei, la capital de la isla de Boa Vista.

No puedo llevar  mi sombrero de visera, parezco la recoge pelotas de un partido de tenis, está más rato rodando por el suelo que en mi cabeza. Y me pregunto ¿cómo se le aguanta a los que van con los gorros de visera tipo norteamericano que tanto gusta a los hombres? ¿Usaran fija pelo para pegárselas?

Esta ciudad es algo desordenada, la zona portuaria es un caos de vallas, obras, contenedores……..En fin, nada atractiva. He visto al ferry que partía hacia Sal, me imaginaba que era diario el recorrido pero solo sale un día a la semana y si ha salido hoy ya no puedo volver a Sal en ese medio de transporte.

Un poco por curiosidad, otro poco por precaución me he acercado a la compañía de vuelos para reservar billete para el viernes, pero…¡ah, sorpresa¡ el único vuelo diario que existe entre estas islas  me informaron que estaba lleno . Bueno, que no cunda el pánico, me iré el jueves, le dije, pero…….¡No¡ ¡esta completo ese vuelo también¡

















De llegar con ánimo de informarme con suficiente adelanto, como el que no quiere la cosa, a empezar a temer que no iba a poder salir de esta isla para Sal con tiempo suficiente para tomar el vuelo a Lisboa es un cambio importante que despertó mis alertas.

Un poco al tuntún le pregunté por el vuelo de mañana y……………..¡Bingo¡ mañana hay un pasaje libre.

De entrada lo reservé, pero ahora me queda el dilema, si me voy mañana y llegué ayer me iré de Boa Vista sin haber visto nada y me quedan demasiados días para estar en sal que solo hay playa (y mi amigo el rastas). Si me voy el sábado son demasiados días aquí y muy pocos para estar en Sal ya que me voy el lunes para Portugal.

















Ahora que había encontrado un hotel con vistas al mar de buen precio con desayuno incluido voy a tener que volver a hacer la maleta.

Quien se pondrá muy contento es Dino que me mandó ayer un mensaje de buenas noches y una llamada de reclamo esta mañana a la que le he contestado quizá demasiado secamente. Está empeñado en que haya algo más que una amistad entre nosotros y no quiero que me espere con falsas ideas.

















He conocido esta tarde en la terraza del bonito bar del parque que hay delante de mi hostal a una pareja de catalanes, están de vacaciones, ella médico y él bombero. Hemos estado hablando un buen rato en catalán de muchas cosas, se me hace extraño usar mi idioma después de tanto tiempo aunque va bien ir acostumbrándose pues ya falta poco para regresar.

He quedado con los amigos para tomar una birras al caer la tarde, son muy amables, me han dicho que me quedara con ellos pero no es plan que tengan que dormir juntos e incómodos por dejarme una habitación para mí.

Acabo de leer en una guía que me ha dejado Matthews que la zona por donde he ido hasta el muelle es peligrosa y que no se ha de ir nunca solo por ahí ya que hay gente desesperada esperando al turista despistado.

















Esa he sido hoy yo, la turista despistada, pero, o bien los atracadores estaban comiendo (era la hora  de la comida del medio día que suelen llamar almuerzo) o tengo buena estrella iluminando mis pasos porque ni por asomo he sentido nada anormal, ninguna alarma interior me ha hecho estar alerta como me pasa en ocasiones cuando capto en el ambiente algo raro.

Y mañana sabré que día tengo vuelo de regreso a Sal ya que me puse el lista de espera para el viernes.
Hace un rato, no sé por qué motivo he mirado los mensajes enviados por mí. De repente me he dado cuenta de que he estado enviando sms a una persona diferente a quien yo pretendía enviar.

















Hasta ahí no sería demasiado motivo de risa y la verdad es que aún me estoy riendo pues esos mensajes iban dirigidos a un, digamos, novio que tuve el Mindelo y eran de lo más erótico de manera muy explícita.

El que los recibía era el capitán del barco de pesca gallego que conocí el primer día en Sao Vicente, por suerte está ahora en Galicia usando el otro teléfono, el español, así que no los leerá hasta que vuelva a navegar.

Ahora entiendo porque X no me comentaba nada respecto a los sms enviados por mi cuando estábamos juntos, él no recibió ninguno.

















No sé qué pensará el que los ha recibido cuando los lea, tengo el presentimiento que algún día lo sabré, cuando me mande algún comentario jocoso al respecto.
¡Lo que no me pase a mí¡

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