jueves, 19 de julio de 2012

7/1/2012 Trekking al Fitz Roy, El Chaltén



Ayer encontré a una amiga que conocí en el Free Style de Ushuaia en mi cuarto del hostel.
Esta mañana he encontrado a otra que también conocí en el mismo sitio, de esta se el nombre, Angélica y es de Holanda.
Volamos desde Ushuaia a El Calafate en el mismo avión, también iba José el norteamericano de madre china.
Ese hostal es una fuente de encontrar amigos pues en el trekking encontré a otra.


Angélica me dijo que iba a hacer el Fitz Roy que si quería ir con ella y otros amigos, naturalmente me apunté, es una chica muy simpática y guapa. El grupo compuesto en su mayoría de holandeses muy agradables todos.
El inicio del trekking lo hicimos desde el rio Blanco, una extensa zona boscosa muy agradable y con preciosas vistas.
Pasamos por el Glaciar Piedras Blancas, seguimos la ruta del río hasta llegar a una bifurcación donde está ubicado un hermoso camping (gratis) junto al rio. El trayecto nos tomó tres horas.


Por el camino íbamos viendo el gran monte al fondo con el glaciar con sus azules añiles el rio de aguas lechosas por los deshielos, realmente precioso.
Recogíamos el agua con nuestras botellas de plástico de los arroyos que encontramos en el camino, eso hace mucho tiempo que ya no lo hacía por lo contaminado de los ríos en España pero recuerdo que de pequeña mi madre me aleccionó de beber solo del agua que corre, nunca de la estancada.
Yo esto ya no se lo dije a mis hijos pues hoy día ni la que corre es buena contaminados los ríos con las fabricas o por los restos de los pueblos que recorre.


A partir del campamento Piedra del Fraile empezó la pesadilla, durante una hora y media de ascenso por un gran desnivel con piedras, inacabable, con un precioso sol de justicia para así acompasar el esfuerzo de la subida con una sauna.

El premio hizo que mereciera la pena el esfuerzo.

Tras la última morrena hizo de repente su aparición el gran Fitz Roy, magnificente, iluminado por el sol como un tridente apuntando hacia el cielo, con el glaciar a un lado y una magnifica laguna a sus pies alimentada por este.


El espectáculo me dejó anonadada. Tenerlo allí tan próximo, tan grande, tan hermoso me hizo sentirme feliz, ayudada también por el orgullo de haber llegado al lago de los Tres. Solo puede verse si se sube hasta arriba.
Como tras cuatro horas y media de subida sabia que me quedaban unas cuatro de bajada, lamentándolo mucho inicié mi descenso antes de lo que me hubiera gustado pero temía perder el bus. Me despedí de las amigas.
A los pocos metros del vertiginoso descenso oigo una conversación entre dos jóvenes sobre las células cancerosas. Me entró la risa y les dije que lo último que esperaba en aquel lugar era una lección de medicina.


Ingrid se llama ella, es de Chile y tiene un máster en bioquímica, está muy contenta porque le han concedido una beca para doctorarse en Alemania.
Diego es de Perú pero vive en Buenos Aires, es un chico tímido pero muy interesado por todo, no paró de preguntarme sobre temas médicos durante todo el descenso que a partir de ese momento hicimos juntos.
Ambos son encantadores y me sigo reafirmando que los jóvenes tienen muchos valores, sigo aprendiendo mucho de ellos, sobre todo de convivencia.


Llegué a tiempo a tomar mi bus hacia El Calafate. Al llegar al hostal oigo que alguien me llama por mi nombre, Adriana y Lorena, dos chicas con las que estuve cenando fin de año en el hostal Free Style, por supuesto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario