jueves, 19 de julio de 2012

12/1/2012 Navegando los fiordos chilenos, Golfo de Corcovado.



El volcán de corcovado con su cima blanca y su porte majestuoso domina el golfo que lleva su nombre, es un delicioso paisaje disfrutado en un delicioso día soleado donde por fin hemos podido estar de estar todo el día en cubierta.
Una partida de ajedrez gigante ha llamado mi atención, he estado viendo jugar a dos jóvenes parejas.

Me ha hecho pensar que ya hace tiempo que estoy interesada en aprender a jugar bien. Lo que me tira para atrás es que es un juego de pasar mucho rato sentada y eso no me gusta.

He comentado las jugadas de ajedrez con el perdedor, se llama Jorge y es mexicano de 23 años estudiante de ingeniería electrónica que esta por intercambio universitario pasando seis meses en Chile. Aparte de hablar de ajedrez (le he explicado que debería haber tirado el rey hacia ya mucho rato ya que tenía la partida perdida) me ha estado explicando sus experiencias en este viaje.


Es un muchacho muy inteligente y simpático, se ha unido a nuestra conversación su amiga Fernanda que como él está de intercambio universitario aunque ella estudia Oceanografía lo que me parece muy interesante. Tiene 22 años y me ha explicado cómo es su vida en México. Me han parecido muy sorprendentes sus relaciones familiares.


Tiene una hermana, 15 años mayor que ella, por parte de la madre que se divorció y se unió sentimentalmente con el que es su padre, traumatólogo de familia española, que estaba casado y con dos hijos previos.
Es decir, tiene una hermana por parte de madre y dos hermanos por parte de padre. Ella vivió con la hermana, ahora emancipada. Sus dos hermanos viven con la que ahora es ex mujer de su padre.
Este, aunque ya divorciado, no vive con su mujer pero pasa todos los días a verlas, dice que sus padres no se llevan bien por lo que decidieron vivir cada uno en su casa propia.


María Fernanda es una deliciosa jovencita llena de entusiasmo con mucha sensibilidad y candidez (eso que me encanta de los jóvenes) En la cena le he presentado a mi compañera de camarote Claudia y han hecho muy buenas migas.
Por la mañana estuve en el puente disfrutando del paisaje, conocí a José Ignacio, un vasco de Donostia, me estuvo poniendo al día de los acontecimientos últimos de España y hablamos de política cosa que me había jurado a mi misma no hacer en todo este viaje.
Un chileno residente en Barcelona desde hace 7 años que trabaja en la televisión se unió a nuestra conversación.


Durante la travesía se nos cruzaron ballenas jorobadas, vimos unos delfines y varios pingüinos nadando. De pájaros muchos y poco identificados por mi ignorancia en la materia a pesar de que se nos impartió una conferencia sobre aves de la Patagonia.
Un plácido día de navegación con el mar calmo, agradable compañía y buena comida.


Como se ha de complacer a todo el mundo, hoy tocaba bingo………………….Lo odio, es lo más aburrido que he visto nunca, todos concentrados en unos papelitos, sin dialogar nadie con nadie, sentaditos sin moverse mientras una voz va cantando los números.

Pero esta vez me equivoqué, me lo pasé muy bien en el bingo.

Estaba en la barra del bar tomando una cerveza y mirando escépticamente a todo el mundo que compraba su tabla cuando se acercó François con una en la mano diciendo que era para mí.


Lo hubiera matado, le dije que no me gustaba ni sabia como se hacía, como es tímido se quedó algo cortado por lo que rápidamente rectifiqué diciendo que me encantaría que jugáramos juntos, se sentó a mi lado y preguntamos por las reglas del juego.

El guía hizo de showman a la perfección haciendo muy divertido todo el proceso, normas variables, cantaba los números dándole mucho teatro y haciendo participar a los presentes peguntando a quien le faltaba solo dos, luego a quien solo uno y otras situaciones muy divertidas y coreadas por todos nosotros con risas y aplausos.


Ni que decir tiene que no ganamos nada (los premios eran camisetas, botellas de vino y otras chorraditas).
Después una fiesta de despedida, música a tope pero nadie bailando, que pena con lo que me gusta a mí.
Estuve hablando con los amigos franceses y la suiza en cubierta con una hermosísima luna casi llena.


Al irme hacia el camarote vi a un joven enseñando tango a otra muchacha, le pedí que bailáramos uno juntos. Mi segunda ocasión de bailar tango a bordo.

Un hombre del staf llamado Gaspar me saludó dándome un par de besos como dice que hacemos los catalanes e intentando un tercero en la boca que rechacé diciendo que es verdad que damos dos, no tres.

A dormir que mañana madrugamos llegando a puerto Montt a las seis de la mañana, desayuno a las siete y media y desembarco a las ocho.

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