jueves, 19 de julio de 2012

6/2/2012 Paseando por Buenos Aires



Hoy tomé el bus turístico para poder ubicar los puntos de interés a visitar. Me quedé impresionada de lo grande y hermosa que es la ciudad.
Amplios parques con árboles centenarios, esculturas de Botero “el busto”, el monumento al trabajo, el del Quijote con Rocinante y un sinfín de hitos para visitar como el Teatro Colón.

En la avenida Florida, peatonal llena de vida comercial y financiera tomé el bus, como hacía un sol de justicia me instalé en la parte baja protegida de sus rayos y ayudada con el aire acondicionado para evitar lipotimias por exceso de calor.


Me baje en la Galerías Pacifico, enorme complejo comercial dentro de un bello edificio renacentista con techos decorados con hermosos murales.

En el segundo piso está ubicado galerías de arte y exposiciones, es como si estuvieran en el ático con una distribución muy especial alrededor de un enorme colgante de sutiles adornos transparentes cayendo de una cúpula central con un corredor que da acceso a las cuatro saleas.


Una de ellas dedicada a la obra de Borges me tuvo entretenida unas horas leyendo con deleite sus escritos y admirando su sapiencia.
En uno de ellos hacía referencia a la existencia de Dios, me hubiera gustado copiarme lo que decía para analizarlo detenidamente porque parte de unas premisas que dan como resultado su existencia y no logré seguirle el razonamiento.
Si tengo tiempo que lo dudo, volveré.


Tras cuatro horas de trayecto en el turístico bus y las casi dos que estuve en la exposición se pasó el día que rematé yendo a tomar una ensalada deliciosa acompañada de un vino tinto reserva de estas tierras en el famosísimo Café Tortini del año 1858, declarado sitio de interés cultural porque mantiene la estructura decoración y sentir de la época.

Estando sentada allí contemplando ese viaje por el túnel del tiempo que me remonta a esos años donde poetas escritores y pintores, gente interesada por la cultura, se reunía allí o en cafés similares, me llegó la sensación, la certeza de lo poco que sé, de lo ignorante que soy en casi todo lo que no tiene que ver con la Medicina.


He estado visitando en este año sabático los sitios más emblemáticos, turísticos, llamativos por su hermosura con energía que emana de la que he sido receptiva.
Ahora me gustaría viajar por el mundo sin prisas, introduciéndome en su cultura, empapándome de su sapiencia.
El único problema es la dimensión temporal de los humanos en este hermoso planeta donde las también grandes mentes pensantes han creado belleza, ilusión, poesía, lo imaginable y lo inimaginable, mentes privilegiadas de las que quisiera beber, son tantas que no da tiempo material para disfrutarlo todo.


Saliendo de la exposición he entrado en la librería que hay allí con obras de mis escritores favoritos, me hubiera gustado comprármelos todos.
Eso me ha llevado a pensar en que sería más conveniente comprarme el libro electrónico donde puedo tener acumulados tantos libros como desee sin tener que acarrearlos físicamente en mi pequeña maleta.

No sé si es lo mismo, porque a mí me gusta el olor del papel de los libros, palpar sus hojas, sentir el avance de la lectura viendo como cada vez queda menos paginas deseando y temiendo llegar al final del mismo. Supongo que es acostumbrarse, creo que lo intentaré.

Entre el tour de anoche con Ricardo y el de hoy llegué a casa de mis amigas cansadísima convencida de que Buenos Aires hay que visitarla con muchísimo más tiempo del que dispongo.

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