viernes, 20 de julio de 2012

8/4/2012 Domingo Santo en Mindelo, Sao Vicente



Si es fastidiado llegar en domingo a una ciudad creyente al 99,9% de su población, aún lo es más que ese domingo sea el de Pascua.
A las seis de la mañana una procesión recorre las calles de Mindelo con cánticos de alabanza de que el Señor ha resucitado. Al oírlo desde mi cama se ha dibujado una sonrisa nostálgica en mi rostro.
No debido a la religión si no al recuerdo de mi hijo con 6 años, estábamos en el pueblo (aldea) donde nació mi madre, era domingo de Ascensión, mi hijo después de desayunar se fue con los amiguitos que lo llevaron a misa por primera vez en su vida.


Desconocedor de todo lo concerniente a las religiones en general, llegó a casa muy excitado diciéndome “¡Maite, un señor ha resucitado, ha resucitado¡”
Conteniéndome la risa le pregunté por el hecho, ¿dónde? Le pregunto “en la iglesia” me contesta alterado, ¿Cómo ha sido eso? Le digo, ¿tu lo has visto resucitar? Y me contesta algo pensativo “no” ¿y cómo lo sabes? Le vuelvo a decir “porque todo el mundo decía en voz muy alta ¡aleluya, aleluya, el señor ha resucitado¡”
Con una mente más científica que otra cosa le aconseje que no se creyera todo lo que se va diciendo por ahí.


Bueno, recuerdos aparte, la ciudad ha sido durante toda la mañana una ciudad fantasma, ni un alma por la calle, todas encerradas en las iglesias festejando tan inaudito hacho sin ni siquiera cuestionárselo un poquito ni de lejos.
A la hora de comer he tenido que hacer una labor de Sherlock Holmes para encontrar un restaurante ateo (es un decir) que se dignara cocinar para los que estamos de paso.
Ya que el día estaba perdido, lo he tomado de descanso y ya puestos “elemental querido Watson” indagar en la web los precios de apartamentos en Brasil…………….Lo que me temía, me ha entrado la idea en la cabeza y……………….


Por la tarde me he acercado a la playa, estaba casi todo el mundo allí, habían hecho unas pruebas de natación por ser el Día Mundial de la Natación según oí por los altavoces, se disponían a repartir los premios, mientras tanto, cómo no, música.
La gente bañándose o contorneándose al ritmo de la música. No me uní a ellos, hacía viento frio. Cuando no hace viento el sol aprieta fuerte pero con viento no me dan ganas de meterme en el agua por lo que seguí el trajín de la gente como observadora, sin participar como suelo hacer.


Los restaurantes empezaron a abrir por lo que pude disfrutar de una merienda cena sentada en una terraza con las vistas de una estupenda puesta de sol en el mar.
¡La insoportable levedad del ser¡ es el título de un libro que leí hace muchos años de Kundera, para aquel entonces era una forofa suya y me leí todo lo que había escrito.
Esta frase me vino a la mente al leer a Steeve en un mail que me comunica que está enfermo, que no puede pensar en nada, que está confuso, que me desea lo mejor.


No me preocupe demasiado por él, por la mañana le vi por facebook una foto abrazado a una jovencita junto a la mamá, parece que ya encontró su segundo hogar……………………………¡Buena suerte Steeve, te la mereces¡

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