jueves, 19 de julio de 2012

9/1/2012 Un día en la Cascada y torres del Paine.



Estaba muy nublado, las torres solo se podían ver en su base durante toda la mañana.



Decidir ir a ver la Cascada del Paine, me dejó impresionada, no me esperaba que fuera tan grande, al ser cascada y no catarata la imaginé menos importante.


La vista desde allí de las torres con su sombrero de nubes era bonita pero algo frustrante, por suerte al medio día empezó a abrirse el cielo dejando ver cada vez más sus siluetas de monolitos erguidos hacia el cielo hasta llegar a descubrirlos por completo durante un corto rato, otras nubes tomaron posesión de las cumbres volviéndolas a ocultar a nuestra vista.


En el parque se nos comunicó que el fuego estaba empezando a controlarse, aún ardía pero hacia menos viento con lo que esperaban que en breve se lograra extinguir. Gran parte de las rutas estaban cerradas, solo se podía acceder al mirador y poco más.


Como tenía que hacer el check-in al barco a las siete y media, regresé de la excursión con el bus de la primera hora de la tarde. Está a dos horas en bus del Puerto Natales.


El hotel donde nos reunieron para dejar las maletas y hacer el pre embarque es precios, junto al puerto con unas vistas preciosas desde el hall.
Nos citaron a las nueve para el embarque. El barco es un ferri lleva sobre todo vehículos pero lo han habilitado para el pasaje.


En mi camarote de cuatro literas solo somos dos, tenemos suerte estaremos mucho más anchas.

Tras una ducha que me hacía mucha falta, iba llena de polvo de la excursión, he salido a cubierta presenciando una hermosísima puesta de sol con un cielo rojo a rabiar que se reflejaba en el agua aumentando así el maravilloso efecto del acontecimiento diario más apreciado por la mayoría.


Esto promete.

He subido al bar a relacionarme con el personal encontrándome a un hombre que estaba conmigo en la cola de la frontera a Chile, venía en el mismo bus que yo, desde El Saltén a Puerto Natales.
Yo juraría que iba con una mujer (¿su mujer?) pero esta noche estaba con otro hombre que no recuerdo el nombre, ambos son franceses, él se llama Françoise, es policía administrativo. Hemos estado hablando hasta pasadas las doce.

Empezamos a conocernos, delante de mi cabina está una Suiza, Sara, que se unió a nosotros en la tertulia, habla bastante bien el castellano, estará dos meses por Sudamérica.


El barco tiene previsto iniciar el viaje a las seis (creo) de la mañana.
El psiquismo tiene su propia vida ajena al consciente, como estaba en la cama de un barco echaba de menos el movimiento para dormirme, me costó mucho y sabía que solo se pusiera en marcha me dormiría al instante.
Me dormí antes de que partiera, claro.

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