viernes, 20 de julio de 2012

4/4/2012 trepando el volcán, Fogo



Trepar es la palabra más adecuada, eso ha sido necesario en los últimos tramos de las 4h de ascensión a este empinado volcán.
Caminando entre la lava hasta llegar a la ladera más accesible para subir, salimos a las seis y media de la mañana con mis nuevas amigas francesas Anne y Lina, son pareja y muy agradables, el guía Elogie, un joven de 23 años delgado y flexible como un junco con la elegancia y etéreosidad (esta palabra me la acabo de inventar pero define muy bien la impresión que emana) que confiere la delgadez extrema.


La ascensión ha sido para mí leve por lo muy despacio que teníamos que ascender por la falta de preparación física de mis compañeras de ascenso además de fumadoras. Llegó un momento, a las tres horas de camino y estando ya relativamente cerca del cráter, se puso a llorar una de ellas por el sobresfuerzo más allá de sus posibilidades decidiendo quedarse en ese punto hasta que bajásemos.
Seguí ascendiendo con el guía a un ritmo mucho más rápido, allí empecé a notar la dificultad y sobre todo que tenía que utilizar manos para el ascenso por lo empinado del tramo final, pero…………¡¡Hurra¡¡ lo conseguí, sigo estando en forma.


No me quedé mucho tiempo disfrutando de las maravillosas vistas de pájaro por un lado de todo el cráter inferior, donde está construida la aldea con las paredes de la chimenea alrededor rodeándolo y una carretera que entra por un extremo y sale por el otro que estaba en ese momento repletito de nubes, parecía un mar de algodón, me daban ganas de sumergirme imaginariamente en él.
Por el otro lado pude disfrutar del cráter y chimenea del que había ascendido, tres kilómetros de diámetro con la lava en acción en su interior desprendiendo los vapores de azufre que invitaban a marcharse cuanto antes.


El descenso alucinante, me recordó cuando subí al volcán Villarrica en Pucón, Chile, que el descenso fue un patinar sobre un plástico descendiendo sobre el culo sobre el hielo. Aquí el descenso era como hacer snowbording resbalando con los pies metidos hasta el tobillo sobre la arena volcánica.


Era tanto el desnivel que la bajada duro una escasa hora y media a toda velocidad.
Llegamos de nuevo al hotel muy satisfechas con la experiencia, al menos yo.


Por la tarde fuimos a una tienda bodega a tomar unos vinos del lugar con queso de sus cabras mientras escuchábamos música en vivo de los jóvenes del lugar.
La gente de este lugar es excepcionalmente cariñosa y amable.
Me sacó a bailar un guía joven y guapo (¿porqué serán todos tan jóvenes?) que bailaba de miedo.


Me sentí transportada por el ritmo, uno de los bailes más sensuales de mi vida, fue genial.
Me abrazó como en el tango, un abrazo intimo de unión completa de dos cuerpos con las caras pegadas, sus piernas entre mis piernas y moviéndonos contorneando nuestras caderas al ritmo de la música como en el baile de la lambada, dos cuerpos acoplados con movimientos ondulantes y sensuales.
Cuando acabó la canción sentí que no sabía dónde estaba.


La silueta del volcán omnipresente junto con la luminosa luna llena me ubicó de nuevo en este mundo (aunque el paisaje de este lugar parece más bien de otro mundo).
Un precioso día en una recóndita y alucinante aldea dentro de la caldera de un volcán activo bailando, tomando vino y riendo con las amigas……¡Qué más se puede pedir¡

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