jueves, 19 de julio de 2012

7/5/2011 kings Canyon



Hoy también hemos madrugado, cuando han aullado lo dingos y cantado los pájaros ya estábamos con el campamento levantado, desayunados y en marcha hacia Kings Canyon.
Claro que en esta zona de Australia amanece más tarde, el sol sale alrededor de las siete.
El cielo se ha puesto de un rojo intenso antes de dejar asomar al sol.


La excursión por Kings Canyon de cuatro horas la hemos hecho temprano con el fin de eludir el calor del medio día aunque hoy estaba nubladillo.
Las sensaciones en esta montaña son de lo más impresionantes, también son de formación de arena, así pues no es posible escalarlas con piquetas, tampoco hace falta ya que las subidas, aunque empinadas son fáciles por la disposición estratificada de las rocas que van haciendo como escaleras irregulares.
Allí donde el desnivel es casi como una pared, han colocado escaleras de madera oscura bastante bien integradas visualmente con el paisaje.
Asomarse a sus acantilados da vértigo a la vez que deleitan la vista por su panorámica que abarca todo el valle.


El recorrido a través de la montaña y entre valles ha sido de 7 km.
El paisaje impresionante, las paradas en el jardín del Edén donde hemos tomados unas galletitas compartidas con los pájaros que han comido de mi mano (con paciencia lo conseguí) dan sensación de pequeñez ante la exuberancia del lugar.
Son aguas de lluvias que han ido erosionando el suelo, débil por ser arenoso, hasta llegar a estratos impermeables donde no pueden penetrar quedándose en la zona formando lagos pequeños en recovecos escondidos y llenos de vegetación por la propia presencia del agua, como siempre donde hay árboles no faltan pájaros que se disputen sus ramas.


El color de la arena que compone estas montañas es rojizo con betas de otros tonos ocres producidas por la oxidación tras el paso del agua de lluvia.
También su aspecto es cambiante por la fragilidad de sus componentes a la acción de la intemperie.
Por el camino me he encontrado una pareja setentañera que estaban subiendo también, me he puesto a hablar con el marido, me ha explicado que estaban jubilados, llevaban dos años viajando por todo Australia en su auto caravana.
Me han dado envidia, es genial llegar a la vejez con alguien al lado que comparta gustos y vivencias, no tener que estar encerrados en casa entre cuatro paredes llegandose a odiar uno a otro por su propia fustración como sucede con muchas parejas de esa edad.
De nuevo en carretera nos situamos entre dos coches todo terreno que hablaban por radio de onda corta.
Los oíamos como el primer coche le iba contando al segundo (al que habíamos adelantado) todo lo que acontecía en la carretera, así pues si venía un vehículo de frente avisaba y nos servía de aviso a nosotros, lo gracioso es que se lo decía todo “ caca de camello a la derecha” el otro coche una voz femenina decía "gracias” a cada observación del primer coche que por cierto se puso a hablar de nosotros sin saber que los escuchábamos.
Quedo diversión para todo el día por cualquier cosa que decíamos los unos a los otros nos contestábamos “ thank you” imitando a la interlocutora del 2º vehículo y así reímos por un buen rato.
Hellen me ha dicho que ha escrito a su novio diciéndole que se está culturizando mucho en este viaje ya que ha aprendido español, le ha escrito que ya sabe decir “cojones” y “coño”, ¡contento se va a poner el novio¡
Por la tarde excursión en el parque nacional Wester Macdonell donde hay un hermoso rió que me dijo Tony que es el más largo de Australia.  Corta en dos la montaña que hay junto a él dando lugar a un paisaje bello.
Frente al camping que hemos parado dicha montaña forma un acantilado de altura impresionante dando al rió el aspecto de un lago.
A todo esto árboles bordeándolo como es lógico que para algo hay agua.


Llegamos por fin a la civilización que tras 10 días de expedición ya empezaba a ser deseada.
Se nota un cierto impacto sensitivo en mi interior al volver. Es un choque violento entre la quietud y aislamiento del campo en contraste con el movimiento de la ciudad aunque hay que reconocer que como ciudad es mas bien tranquila, con casas de una sola planta y de no demasiada extensión.
El hotel es un backpakers que está genial, con piscina, jardines, baño completo en la habitación. Tetera para que nos hagamos tantos tés como deseemos, nevera, sábanas, mantas, toallas y tv. Todo un lujo para 22 dólares (unos 16 euros) entra además el desayuno. Creo que me quedaré aquí unos días regulando mi próximo destino.


La última cena todos juntos en el restaurante del hotel con camello en el menú.
Yo lo he cambiado por lasaña ya que a estas horas no me apetece tanta carne.
En el comedor tienen una serpiente que he cogido colgándomela del cuello, da una sensación agradable pero extraña notar cómo se constriñe alrededor del cuello oprimiéndolo (ligeramente, claro).


El fin de fiesta lo celebramos en un bar discoteca del pueblo llamado Saloon decorado al estilo viejo oeste.
Una curiosidad es que en los aseos hay cuatro picas de lavarse las manos, cuando abres el grifo de una sale el agua por la de al lado teniendo que desplazarte…sorprendente, supongo que ese es el efecto deseado.
Hoy a dormir en una cama tras 10 días de hacerlo en el suelo, una gozada, es como cuando vas a esquiar, el mejor momento del día dura solo unos minutos y es cuando te quitas las botas de esquiar, es un placer difícil de explicar al que no lo ha experimentado haciendo sonreír al que sí.

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