jueves, 19 de julio de 2012

10/8/2011 May Chau, Vietnam



El cielo se ha roto sobre nuestras cabezas: Ha caído una tempestad monzónica durante tres horas que nos ha tenido refugiados en nuestro hostal.


Algo aburridos de no hacer nada le hemos pedido al guía que nos llevara a hacer el trekking programado a la cueva.
Seguía lloviendo bastante más suavemente cuando subimos los 1260 escalones con una inclinación de 45º hasta llegar a la cueva.


Algo empapaditos de agua a pesar de los chubasqueros pero contentos de haber subido a pesar de la lluvia.
La cueva valía la pena el esfuerzo. Una amplia entrada con vegetación rodeándola, formaciones de estalactitas.
Nos conformamos con ver la parte más externa ya que no llevábamos linternas para adentrarnos y el suelo estaba fangoso hundiéndose los pies al caminar.
Unas vistas del valle y el pueblo desde lo alto de la montaña muy bonitas.


Después de comer, esperando el todoterreno que ha tardado por haberse quedado embarrancado por la lluvia nos hemos entretenido jugando con un carrito de mano.
Dave me ha llevado por las calles del pueblo, con un sombrero típico de los arroceros puesto en la cabeza, Marta le ha hecho unas fotos y yo le he regateado el precio del paseo imitando a los taxistas.


Despidiendonos de nuestros amigos profesores que viven en Madrid Luis y Pablo con la esperanza de un futuro reencuentro.


Por la tarde de vuelta a Hanói, fue un impacto muy fuerte para el psiquismo, de pasar del sitio más bucólico y tranquilo de Vietnam al más ruidoso y contaminado requiere un esfuerzo de aclimatación rápida para no caer en las garras del tráfico desprevenidas.
Durante el trayecto de vuelta hemos estado a milímetros de chocar con un autocar que venía de frente adelantando motos al igual que nuestro todoterreno. Se nos ha encogido el estómago pues lo veíamos venir como se nos tiraba encima, un ligerísimo toque de volante ha evitado lo que era un accidente seguro….. Están locos estos vietnamitas.
En la agencia de viajes nos han llevado a la estación para tomar el tren hacia Sapa.
Es un vagón con cuatro literas. Las otras dos ocupadas por una familia vietnamita que ha tomado las dos camas para los cuatro. El padre duerme con uno de los hijos y la madre con el otro.
No se puede conectar con ellos ya que no hablan ni entienden inglés, hemos tratado de preguntarles por su edad, eso al final lo han entendido, uno tiene 10 años y el otro cuatro.
Lo que si se les ha entendido bien es la alineación de los futbolistas del barça.

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