jueves, 19 de julio de 2012

1/12/2011 Lugar de peregrinaje, Uyuni



Abrí los ojos, miré por la ventanilla del bus, no podía creer lo que veían mis ojos. Estábamos circulando sin pista a través de un mar blanco de sal. El mosaico que dibujaba era similar a los panales de abejas.
Este manto blanco se extendía a todo lo largo que permitía la vista, como estaba saliendo el sol reflejaba sus tonalidades dando lugar a un aspecto muy peculiar y diferente a todo lo visto por mí hasta ahora.


Junto a la única montaña que se veía en muchas millas alrededor, se paró el bus para cambiar de conductor.
Como la mejor manera de enterarse de lo que no se sabe es preguntando, eso hice. No hemos circulado en toda la noche por la carretera, hemos ido campo a través, que en este caso era salar a través, porque las vías de comunicación tanto carreteras como trenes estaban tomados literalmente por los huelguistas por problemas de territoriedad por las competencias de exploración tanto turísticas como comerciales de los salares.
A pesar de estar dormida la mayor parte del trayecto, notaba que el bus se bamboleaba en exceso y todo el tiempo, tenía la sensación de estar metida en una batidora sin fin.
Me parece muy atrevido ya que los que circulan por los salares son todoterrenos y mi bus a duras penas lo consiguió (tenía más años y guerras que Matusalén).


Naturalmente el viaje previsto de 7h se ha alargado a 11h de traqueteo continuo que ya tiene tela la cosa.
Uyuni es una pequeña ciudad que vive del turismo y de la venta de la sal.
Calles muy anchas, casas bajas, dos calles principales que se cruzan donde está toda la actividad, bien asfaltadas, el resto de ellas son como de otra galaxia, vacías de gente y comercios, polvorientas por ser de tierra reseca.
Tomé una ducha en el hostal Julia, junto a la estación y me fui a callejear como suelo hacer al llegar a un sitio nuevo para hacerme una composición de lugar y situarme espacialmente.


Hay más agencias de viajes ofreciendo lo mismo que bares en España.

Como está bloqueado el tren descarto ir a Tupiza. Tomo una expedición para tres días por los salares, el volcán, los lagos y el bosque de piedra para empezar mañana.

Por la tarde paseando por el gran mercado que se han montado en las dos calles principales a rebosar de toda clase de productos de lo más variado.
Lo que más me sorprende siempre es cuando colocan una parada de carne (en este caso eran patas de cerdo frescas y sanguinolentas) junto a otras mercancías como vestidos o abalorios…………… Es chocante.
El sol ha lucido todo el día menos una hora por la tarde, se ha roto el cielo con truenos y rayos cayendo un aguacero recordatorio de que sigue la lluvia acompañándome en mi viaje.


Durante la comida he hecho amistad con una niña de seis años que paseaba su muñeca entre las mesas. Después de preguntarle el nombre de ella le he preguntado por el de su muñeca, me ha dicho que no tenía nombre.
Estaba convencida que las niñas de todo el mundo, lo primero que hacen cuando les regalan una muñeca es ponerle un nombre.
Le he dicho que si quería le poníamos uno, se ha puesto contenta pero no sabía cómo llamarla. Como no sé qué nombres se barajan por estas tierras le he propuesto llamarla “princesa” y le ha gustado.
Ya tiene nombre su muñequita.


Llamo a Uyuni “lugar de peregrinaje” porque todos los viajeros y turistas que acceden a Bolivia pasan por aquí. Esta repletito de foráneos que han ido apareciendo al caer a tarde volviendo de las excursiones.
Me siento muy cansada por el ajetreo de la última noche.

Ceno en “Toñino” que lo hacen tan bien como dice la guía y a dormir que mañana hay más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario