jueves, 19 de julio de 2012

12/8/2011 Sapa, Vietnam



Como una cabra, así estoy yo estos días, feliz y contenta de patearme los montes como una cabra.
La excursión de hoy de 6h por la montaña me ha dejado un bien estar físico y mental muy acorde con mis necesidades de estos últimos días ya que mi cuerpo reclamaba algo más de ejercicio.


El paisaje de arrozales quita la respiración por su belleza y colorido. El verde de los campos contrasta con las aguas plateadas de los ríos y el gris de las nubes.
Ha lloviznado todo el día, esto es mejor que esos chaparrones que han caído estos últimos días que dificultan la movilidad.


Hoy he podido comprobar que tenía razón el guía de ayer en lo de que la corte de mujeres autóctonas acompañantes nos podían ayudar en el camino.


Por la mañana nos esperaban una quincena de ellas en la puerta del hotel.
Hemos cambiado de guía, supongo que el de ayer no estaba contento con nosotros y nos ha cambiado de grupo.
El nuevo guía nos ha explicado que esas mujeres nos ayudarían en el camino a cambio de que les compremos algo.


Esta vez no he protestado, me he dicho que si no puedes evitar algo mejor asúmelo.
Cuando hemos empezado a bajar la montaña para llegarnos a un valle donde está la aldea de estas mujeres he visto que las dificultades del terreno eran reales tanto por la pendiente como por la estrechez de la senda y sobre todo por estar formado el suelo de tierra arcillosa mojada que era muy resbaladiza.


Se han colocado dos a cada lado de cada turista para ayudarles a bajar.
Yo he declinado la ayuda porque era capaz de bajar sola por mis medios. Me incomodaba que me ayudasen pues personalmente tengo más agilidad si me muevo a mi aire que si estoy sujeta por otras personas que impiden mi libre movimiento.
Viendo los resbalones de la mayoría de turistas no acostumbrados a la montaña he entendido el papel de sherpa que desarrollan estas señoras.
Los paisajes alucinantes de hermosos, el camino difícil lo que lo hacía más estimulante y yo feliz de andar entra la naturaleza.


En un riachuelo hemos visto unos toros bañándose, digo toros por lo de los cuernos pero pueden ser bueyes o……………..?


Tras tres horas de caminata bajando ya que Sapa está a 1500m de altura en lo alto de una montaña mientras que el pueblo donde íbamos estaba en el valle, hemos parado cinco minutos a descansar estirados en un replano de hierba.


Por el camino hemos visto casas aisladas de arroceros y algunos niños con rostro serio y ceño como de preocupación.
Esa cara seria, sin sonreír la he visto mucho en los niños y en los adultos que no nos hacen la pelota para ganarse una propina. Los que buscan algo sí que sonríen cuando les miramos pero si los coges desprevenidos también se muestra esa tensión de preocupación en sus rostros.
No sé si tendrá algo que ver con la historia de guerras de este país pero no parecen gente relajada.


La comida la hemos hecho en la aldea que hemos visitado. Aquello parecía un hervidero de mujeres y niños intentando vender y de turistas desorientados por el avasallamiento.



La vuelta la hemos hecho en autobús. No sé porque cuando se puede llegar a algún sitio con coche deja de ser tan bucólico para mí.
Hubiera sido más meritorio y valioso si ese pueblo solo se pudiera llegar por donde fuimos, caminando. La vuelta en coche me decepcionó un poco.


Por la noche salí a pasear para ver la ciudad a esa hora.
Me quedé impresionada al ver a los chavalines de ambos sexos de menos de diez años, algunos de seis o siete llevando bebes dormidos a sus espaldas vendiendo pulseras. Está clarísimo que los sueltan a estas horas de la noche que los turistas ya han vuelto de las excursiones para incrementar las ventas con aquello de la pena.
A mí personalmente lo que me da es una tristeza infinita por la utilización de los niños y las posibles deformaciones en la columna que puede ocasionar ese peso en espaldas en niños tan pequeños en proceso de crecimiento.

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