jueves, 19 de julio de 2012

14/12/2011 De nuevo en Santa Cruz



Samaipata merece una estancia de cómo mínimo una semana para poder ir de excursión a los muchos parajes de alrededor tanto boscosos como volcánicos.
Si algún día vuelvo a Bolivia contaré con eso.

Lo bueno de viajar sin vuelos cerrados es la libertad que siento de poder distribuir mi tiempo a mi antojo según se preste. Lo malo es que si no se reservan ciertos destinos con mucha antelación se pierden.
Así pues el tener mi deseado crucero al Polo Sur reservado para una fecha en concreto tiene su precio, renunciar a estar más tiempo en un sitio tan idílico como Samaipata.

Esta vez he pagado el precio de tres para no estar todo el día esperando que se llene el taxi. La verdad es que es tan barato que no vale la pena la espera (3€ por pasajero).


El recorrido de vuelta con los paisajes tan bonitos de ayer se ha hecho muy corto pues no ha habido reparto de mercancias.

Por Facebook he quedado con mi amiga Anna para cenar mañana. Me dice que se ha ido hoy a pasar el día a Samaipata, que lástima, de haberlo sabido la hubiera esperado allí y hubiéramos vuelto juntas a Santa Cruz.
Me cuenta que trataron de timarla pero no se dejó. Ya me lo explicará mañana en la cena.
Anna me explicó que la prosperidad de esta ciudad es debida a que aquí se encuentran las refinerías de la coca, aquí es donde elaboran la codiciada cocaína.

Dicen que el gobierno incentiva el cambio de cultivo por otros pero como son tremendamente menos rentables nadie quiere cambiar.
La cultura de la coca está muy arraigada en Bolivia. Aquí casi todos la consumen de una forma u otra pero principalmente mascándola.


Yo la suelo tomar en mate de coca que está muy bueno, en infusión no creo que tenga ninguno de los efectos que le atribuyen a la hoja de coca, al menos yo no he notado nada diferente a tomarse otra infusión cualquiera tipo té.

Paseando por la plaza 24 de Septiembre que es la más importante, la que marca el centro de la ciudad, he visto a los periodistas entrevistando a los incapacitados en sillas de ruedas que estaban manifestándose allí. Espero que consigan sus reivindicaciones.

Como no hay dos sin tres he vuelto a pasar las horas de calor en el cine. Esta vez la película iba de terrorismo islamista. Una americanada de esas que no me gustan nada.

Paseando por las calles de esta bonita y cuidada ciudad (el centro) me parece estar en Europa, las tiendas bien decoradas con modelos estándar de la civilización occidental (léase norteamericana) restaurantes muy logrados, heladerías a estilo World Disney………….En fin, no les falta de nada, incluso son tan poco sociables como en occidente, tendríamos que tomar lecciones el resto del mundo de los asiáticos.

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