jueves, 19 de julio de 2012

16/10/2011 Opera en Zocalo, Mexico DF



Por suerte he dormido toda la noche de un tirón pero eso no ha impedido que a las cuatro de la tarde me agarrara (debo empezar a evitar el verbo coger) un sueño intensísimo en medio de la ciudad que me ha obligado a volver al hotel antes de la cuenta.

La visita a la ciudad ha estado bien. He tomado el metro y con tres transbordos me he plantado en la zona llamada Centro Histórico y concretamente en el zocalo.

Como es domingo la gente pasea con aire indolente y festivo.
He quedado muy sorprendida al ver a una pareja besándose intensamente en la estación de metro, luego he visto varias más muy acarameladas y durante el día se ha repetido estas escenas.

La sorpresa en realidad ha sido el que me he percatado aquí y ahora de lo que nunca sucede allí. Es decir, en Asia no vi ninguna pareja ni arrullándose y menos besándose pero no me di cuenta de eso hasta ahora.

En su cultura estas cosas se dejan para la intimidad del hogar y yo he observado a estas parejas durante los primeros instantes con ojos de oriental y realmente choca mucho.


La calle de La Moneda estaba de "top mantas" a rebosar y como en todos los países del mundo occidental a la voz de “agua” han recogido al vuelo sus mercancías corriendo perseguidos por una docena de policías que ¡ya les vale¡ podrían hacer como en Florencia (Italia) que se conformaban con molestarles con su presencia y no como estos que han acorralado a una joven quitándole las mercancías a la fuerza con la lucha de ella para evitarlo.

El abucheo del público allí reunido en un momento y juraría que ha sido ese factor el que ha hecho que la dejaran ir con lo que ha podido rescatar parte de sus pertenencias, otras se las llevaba un policía.
La gente se ha quedado vociferando la injusticia y lamentándose de no tener el valor suficiente para entre todos haber evitado ese atropello.

Con los ánimos más calmados he seguido vía hasta llegar al museo permanente de Jose Luis Cuevas Arte Contemporáneo.


Un concierto en su patio interior a cargo de Rosa Mª Diez Catedrática canto en el Conservatorio Nacional y del pianista Enrique Bárcena me ha tenido encandilada por una hora y media.

La interpretación de La Traviata de Verdi (no entera, claro) y de Don Pascuale de Donizetti me han conmovido tanto que con piel de gallina y lagrimas de emoción en los ojos he bendecido la suerte de estar allí en aquel especial y mágico momento.

En el patio de ese edificio hay una escultura de 8 metros de alto de una mujer de bronce llamada La Giganta.


Con un estado anímico tan sensibilizado me he recreado con una excelente comida criolla en un magnifico restaurante cercano en un edificio precioso en su interior, se llama La Casa De Las Sirenas. ¡Excelente¡
Por las calles demostraciones de habilidades para atraer la atención y dinero de la gente como en todas las ciudades cosmopolitas. Me ha llamado la atención de un grupo de danzantes muy bien disfrazados de indios a la antigua usanza.


A todo esto he llegado al hotel a las cuatro de la tarde que enlazando con el principio del relato del día, fue la hora del bajón del jet lag.

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