jueves, 19 de julio de 2012

16/6/2011 Uluwatu temple, Bali



Me ha gustado el trayecto del bus desde Ubud a Kuta, ha sido diferente que otras veces ya que ha pasado por Sanur.
El trayecto con un paisaje boscoso de palmeras y bananos con la carretera serpenteantemente peligrosa.
A medida que pasan los días voy viendo que hay como un convenio tácito entre conductores para facilitar los adelantamientos y no colisionar, es cuestión de acostumbrarse.



Kuta ya me parece más inofensiva, yo también me he acostumbrado a su circulación.
He pillado un hotel “hotel Arena” que está muy cerca del último que estuve pero muchísimo mejor dotada.
Tiene piscina en patio ajardinado, aire acondicionado, agua caliente, toallas, sabanas, cama King size terraza a la piscina y bañera. Todo un lujazo contrastado con el aspecto terriblemente desastroso de los interruptores de la luz medio caídos, las puertas del armario bajo del baño con las puertas sueltas que se aguantan haciendo equilibrios.


Me he duchado, he salido a ligar un conductor de vespa que me lleve al templo y me traiga al finalizar la actuación. He conseguido uno que me cobra 100.000 rupias.
También he conseguido que me lleven a las islas Gili de Lombok por 300.000 rupias en barco rápido en un trayecto que lo anuncian por 650.000 en el folleto.
Me recogerá un bus a las 6,00h am para ir al puerto de Pandang Bei para tomar el yate.

Feliz con mis negociaciones pues creo que me han sido favorables me fui a comer a un restaurante que decía wifi free sin darme cuenta que era un chino camuflado, por fuera no lo parecía.
Comí fatal, un espagueti carbonara sobre cocidos y con la salsa con ese sabor agridulce típico de los chinos.

He estado en la piscina un rato hasta que han dado las 16,00h que me ha recogido mi chofer para llevarme al templo.


El camino de unos 40 kilómetros ha sido agradable por el paisaje y lo emocionante de la carretera viendo como los coches de sentido contrario hacen adelantamientos haciendo caso omiso de nuestra presencia por aquello de que ya nos apartaremos por la cuenta que nos trae.


El templo está ubicado a lo largo de un enorme acantilado orientado hacia la puesta de sol.


Los últimos tramos del camino hasta llegar hemos visto como se oscurecía el cielo por nubes bien cargaditas que han descargado cuando ya estábamos en el templo.

Estaba lleno de monos que como siempre se dedican a ver que de bueno les deporta los turistas.
De entrada un mono se ha colgado de mi mochila intentando robarme mi osito guardaespaldas que me regaló Erich. Como no lo consiguió se quedó colgando de mi mochila, por suerte no era muy grande y pesaba poco.
A mí no me importó cambiar de colgante pero mi chofer lo echó, escondimos el osito dentro de la mochila y esta bien agarrada entre los brazos.
A los pocos metros vimos a otro mono que le quitaba la gorra a un turista. Se llevó como premio un plátano que los vigilantes le dieron para que la soltara.
Lo mismo pasó con las gafas de otra turista que como no había vigilante un niño avispado le ofreció un chuche que aceptó el mono como moneda de cambio soltando las gafas.

El problema es ese, como les premian con algo que les gusta para que suelten las prendas robadas, han reforzado esa acción para obtener sus propios beneficios en forma de comida.


Las vistas desde el acantilado eran preciosas pese a las nubes. Llovió un rato corto de unos minutos y luego paró lo suficiente como para que no se cancelara la actuación del baile del mono llamada “Danza Kechak”.


El espectáculo espectacular, claro, con el fondo de la puesta del sol en el mar.


Cantaban y emitían sonidos parecidos al de los monos con algún "solo"  semejante al cante jondo o saetero de procesión de semana santa.
Realmente se lo curraron.


La vuelta se me hizo corta y me preguntaba ¿porque siempre cuando voy a algún sitio que no conozco la vuelta se me hace mucho más corta que la ida?

Llegue al hotel a las ocho. El chofer me dijo de cenar pescado fresco pero preferí irme a dormir pues tenía que madrugar al día siguiente.

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