jueves, 19 de julio de 2012

18/11/2011 Cumpleaños en la Isla Del Sol, Lago Titicaca.



Salimos tempranito con lancha a la Isla Del Sol que desde Copacabana (Bolivia) son dos horas de trayecto a través del enorme lago que es el Titicaca.

Daniel, mi compañero de viaje, me ha manifestado cierto temor a navegar ya que no sabe nadar.

Creo que debería enseñarse en los colegios a todos los niños, se me hace difícil pensar que gente joven no nada, nunca se sabe si una riada, un accidente navegando, cualquier cosa puede ser que entre saber nadar o no medie seguir vivo.


La Isla del Sol vista desde el mar se ve desolada, ni un árbol pero es lógico pues estamos a 3.808 m. de altitud.
Hasta llegar dejamos atrás varios islotes todos ellos rocosos sin vegetación menos una pequeña isla de comic, la típica donde Forges colocaba a sus náufragos con un solo árbol en medio.

Nuestro barco hizo escala en la parte sur de la isla y luego continuó hasta el norte donde descendimos.


Nada más llegar nos esperaba un guía del lugar que nos instruyó sobre el trekking que íbamos a hacer hasta el templo sagrado inca pasando por la piedra sagrada en forma de Puma que veneraban los Incas junto con el Cóndor y la serpiente.

El ascenso ha sido dificultoso no por el desnivel que era mínimo sino por la altura que hace que en cada paso se dispare el corazón.

Las vistas desde la isla son impresionantes, increíblemente bellas, es más hermoso el paisaje desde la isla que a la inversa.


Playas de arena cual si fuera el mar en vez de un lago, islotes y recovecos adornando el cercano horizonte, el agua de color verde transparente…………………….Idilico, un sitio genial para cumplir años.

En la piedra sagrada nació el sol dejando al salir sus improntas en el suelo que hemos podido fotografiar.
Si tocas con fe esta piedra sanas de cualquier enfermedad física o mental. La fe falta pero no es impedimento para tocar la piedra.
En el templo sagrado que son los restos arqueológicos en piedra de los Incas hay un pozo que naturalmente sus aguas sanan cualquier enfermedad.

Me han dado ganas de pedir al guía las estadísticas de morbilidad y mortalidad de los habitantes de la isla pero me he reprimido, es mejor dejar volar la imaginación y no cuestionar nada.


Todos los escasos habitantes de esta isla viven del turismo, cobran por entrar, por visitar los lugares sagrados, por el guía, etc. Pero todo fraccionado y sin aviso previo, se exprime sin brusquedad pero con constancia. (La verdad es que los precios son irrisorios, lo que molesta es ese goteo constante sin avisar que da la sensación de que nos manipulan).

Desde el norte fuimos al sur con el barco, como hacía viento el agua se encrespó y el bote daba unos vaivenes y saltos que tenía a Daniel con el corazón en un puño temiendo naufragar.
Estábamos sentados con unas mujeres locales con una niña de nueve meses a la que aún daba pecho, la tome en brazos y estuve jugando con ella, una delicia de criatura.


Los locales varones me tomaros una foto rodeada de sus mujeres pues para ellos también somos exóticos y no es demasiado frecuente que los turistas se mezclen y hablen con ellos.

Llegamos sanos y salvos a la parte sur de la isla donde en una explanada saqué el bizcoche de cumpleaños con mi vela de “uno más” que apagué fácilmente olvidándome de pedir un deseo previo pero sabiendo que mis deseos ya se están cumpliendo con creces.

Acompañando al pastel una botella de vino tinto boliviano que no está nada mal facilitó tragar el bizcocho que era casero, lo compré ayer en una pastelería local.

El clima a estas alturas es frio, la vuelta a Copacabana fue mejor ya que el viento amainó.

Mientras contestaba mis mails, la mayoría de felicitaciones, muy emocionada por ver que los que quiero no me olvidan, Daniel se fue a un cibercafé a contestar su correspondencia volviendo al cabo de una hora temblando de frío.


Le he puesto el termómetro y tiene fiebre. Ibuprofeno y bien abrigadito a la cama.

He pasado un hermoso día de cumpleaños en el lugar que nació el sol con la compañía de mi negro Daniel que es encantador.
Le agradezco que hubiera cambiado sus planes para estar conmigo en un día tan especial para mí.

Esto me hace ver que el mundo está lleno de gente maravillosa, que es muy bonito ir encontrándola, algo triste tener que despedirse pero son las reglas del juego, cada cual ha de andar su camino.

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