jueves, 19 de julio de 2012

20/11/2011 Huyendo de La Paz hacia la selva.



Me levanté con el deseo imperioso de dejar la macro urbe e irme a la selva. No puedo decir con exactitud qué es lo que me impulsa a marchar tan rápido. Si lo analizo detenidamente la ciudad es vistosa desde la lejanía, con las casas trepando por las altas montañas que la circundan.
Desde dentro es ruidosa, trafico maloliente con mucha polución al estar encajonada entre montañas.

Avisos en mi guia de peligros de robos y secuestros para que les des la clave de acceso al banco, calles empinadísimas con el hándicap de la altura. Los 3400m de altitud hace que el corazón se dispare solo para ir de una calle a otra y la respiración es dificultosa.

Sea lo que sea, dicho y hecho, he cogido la maleta me despedí de Daniel y me fuí a la estación de buses en donde justamente uno estaba a punto de salir.

Han sido 20h de trayecto suicida. Las tres primeras horas la carretera estaba asfaltada e íbamos bajando… y bajando…. y bajando con una carretera serpenteante con unas vistas preciosas entre montañas y gargantas de profundos valles con sus ríos.


Luego todo ha ido peor, la carretera dejó de estar asfaltada para convertirse en una pista polvorienta……… y seguíamos bajando.
Más tarde la anchura de la carretera mermó drásticamente, solo cabía el ancho de nuestro bus que para tomar las curvas asomaba el morro al precipicio…..............y seguíamos bajando.

Al cruzarnos con otros vehículos era como un baile de miriñaque, nuestro bus se arrinconaba contra el precipicio en ligeros espacios algo más anchos dejando pasar al otro que iba avanzando a medida que el nuestro se desplazaba lentamente.

Si esos pequeños ensanchamientos no estaban allí en el momento que se encuentran enfrentados en esa estrecha carretera, el nuestro que va de bajada tenía que retroceder marcha atrás hasta encontrar uno.

A todo esto un precipicio acantilado e increíblemente profundo podía observarse desde la ventanilla, era como estar suspendido en el aire.


Me acordé de un mail que corría por la web de una carretera estrecha, cortando la montaña en ele donde no podían pasar dos vehículos, me pregunté si no era esa que estaba pasando yo.

Entre la vertiginosa bajada, la polvareda y el calor que iba notándose a medida que aparecían ya vegetación y árboles en el paisaje me llevó a decidir que a poco que pudiera ese camino no volvería a hacerlo de subida.
Lo malo que es el único que hay.

Iba sentada junto a un joven boliviano que me dijo que él también era conductor de bus que hacia esa zona. Le dije que hacerla una vez como yo me parecía una equivocación perdonable por la ignorancia pero hacerla a diario como profesión me parecía una inconsciencia total y absoluta, que como mínimo debían pagarles un plus de peligrosidad.
Se rió y me dijo que no era tan peligroso como parecía.

Miraré de volver al altiplano con avión. Los salares de Uyuni que quiero visitar están a 3650m de altitud.

Me acordé de cuando fui a la selva en bus desde Quito a Coca en Ecuador, también fueron muchas horas de penurias pero valió la pena, fue una experiencia maravillosa.

Paramos a cenar en un pueblo polvoriento, todo el entorno se haya cubierto con una capa de polvo depositada allí por el paso de vehículos. Lo hermoso del paisaje es en la lejanía, esas montañas que ahora vistas de una posición más baja parecen enormes gigantes amenazantes.

Se hizo de noche, como respiro mejor podré dormir bien.

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