jueves, 19 de julio de 2012

2/05/2011 Simpson Desert ( fracasado destino)



A sido una noche de lluvia intensa y constante, nos hemos despertado y seguía lloviendo más suavemente pero sin cesar.
Tony nos pidió que permaneciéramos en las tiendas hasta que parase de llover pero como no hacia aspecto de querer parar hemos ido saliendo de las tiendas.
Al coger la ropa para vestirme me he percate de que los tejanos estaban mojados, me puse los de montaña que son impermeables, al levantar la colchoneta me di cuenta de que estaba todo el suelo mojado, me entró agua porque había olvidado de que cuando llueve se ha de procurar que la capa interna de la tienda no entre en contacto con la externa.¡ Hace tantos años que no hago camping con tienda¡


Como estábamos en medio del desierto y no había vegetación que arrelase la tierra, estaba suelta y con la lluvia se ha convertido en un barrizal.
Teníamos las botas con 5 cms de barro en la suela , espesa y pringosa.
Caminamos con dificultad quedando como pegados en el suelo.
Tony nos mandó que nos llegásemos hasta la pista principal para quitarle peso al vehículo. Caminando con dificultad y con barro hasta las orejas llegamos a la pista principal justo en la puerta de entrada a la zona vallada de los Dingos donde como pudimos íbamos quitándonos el barro no sin muchas dificultades.
A todo esto estábamos sin desayunar y el coche no llegaba, al final lo vimos como se embarrancaba a unos 300 mts de la pista quedando una rueda totalmente hundida en un agujero creado al acelerar el vehículo intentando salir de allí.
Eso que es un todo terreno pero con el barro en ese estado no podía salir.
El tráiler que llevaba nuestro equipaje estaba inclinado en difícil equilibrio.
Tony de un humor de perros luchando por salir de allí. Tras más de una hora por fin lo consiguió  llegó hasta nosotros embarrado con una costra de varios centímetros de fango.
Mientras esperábamos hemos visto a un Dingo que se nos ha quedado mirando un rato, luego se ha ido.


A todo esto ya llevábamos más de dos horas levantados, sin desayunar, muertos de hambre y con mucho barro.
Seguía lloviendo sin mucha intensidad, Tony nos dice que tenemos de retroceder a Coober Pedy de nuevo ya que la pista estaría cerrada por el barro.
Al salir de allí vimos un cartel que como en las carreteras de nieve, avisa si está permitida la circulación o no.
Vimos que estaba cerrada tal como temía Tony, volvimos nuevamente al lugar del que no deberíamos haber marchado la tarde anterior, hubiera sido mejor hubiéramos dormido allí.
Así pues ya no iremos a Simpson Desert que lo describen como un desierto de arena roja con dunas.
Por fin hemos desayunado donde comimos ayer, junto a los albergues subterráneos, nos hemos lavado en las duchas de ayer, también subterráneas.

Estoy pensando que si todo esto se lo explico a mi hermano Joaquín me dirá que estoy loca por pagar por dormir en el suelo.
Comprendo que no a todo el mundo le gustan las mismas cosas.
Yo cambio (siempre que sea temporal) la comodidad por el contacto directo con la naturaleza, me engrandece el ánima, me siento bien pese a que a veces hay inconvenientes no deseables como el de hoy.
Por la calle se pueden ver algún que otro aborigen, se distinguen por el color oscuro de la piel y la anatomía facial muy característica de ellos de frente muy prominente.
No hacen caso de los turistas.


Seguimos viaje por carretera asfaltada pero sin casi nada de tráfico (lógico solo cuatro chalados como nosotros escogemos estas rutas). Vamos camino de Oodanata.


Una casa restaurante solitaria al pié de la carretera es muy divertida, todo es rosa, lo que venden también.
Hemos echo unas fotos con sombreros ( en rosa, of course).


En las Painted Mountains hemos podido disfrutar del panorama de las montañas pero sobre todo del cielo que estaba hermoso a rabiar con nubes cargaditas con tímidas salidas de sol entre ellas a ratos.


En el coche todos duermen menos Tony, claro, es el que conduce.
Tras un esfuerzo tan grande y un desayuno aunque tardío, abundante, el cuerpo pide reposo.


Comida en un campamento con pocas cabañas construidas con plancha metálica ondulada, feísimas, luego nuevamente carretera hasta llegar a las Painting Mountains.
El sol ha ido saliendo tímidamente entre las nubes.
El cielo estaba precioso con esas nubes cargaditas y variopintas al caer la tarde.
Estas montañas tienen la peculiaridad de tener estratos de diferente color en una gama de ocres que con los reflejos del sol queda como si estuvieran pintadas a pinceladas.
No son muy altas ni son muchas pero resaltan y sorprendes en medio de tanta planicie.
Hicimos una caminata subiendo una de ellas, admirando la belleza del paisaje.
Volvimos al campamento donde cenamos.
Para dormir en el suelo, claro, para eso pagamos.
La cena como siempre muy bien cocinada y buena.
La fogata que no falte ni las historias contadas a su abrigo.
La leña para el fuego la recogimos por el camino, pero hoy nos hemos hecho las remolonas y las féminas nos hemos quedado en el coche riendo y haciendo fotos tontas mientras que los hombres iban en busca de leña, faltaría más¡


Al bajar los sacos tienda de dormir del techo del vehículo nos hemos percatado de que estaban todas las colchonetas chorreando.
Las hemos intentado secar en la hoguera pero era ya muy tarde, hemos ido a dormir con ellas aún húmedas.
Para evitar su contacto directo con los sacos de dormir las hemos forrado con bolsa de basura tipo saco de plástico.
Mañana será otro día.

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