Cuando bajamos del tren Pamela me dijo,” esta calor huele a Caribe” y es verdad.
El clima es tropical, la vegetación también y ese tono, ese color que impregna el sol a edificios y árboles tan característico de las zonas tropicales…….Me gusta.
Hay que reconocer que esta calor es la que enlentece hasta los pensamientos. Da lugar a una indolencia, a un ver pasar las horas a la sombra de cualquier frondoso árbol (no escasean) o junto a la piscina como he hecho yo durante toda la mañana.
Por la tarde unas horitas en la biblioteca bien fresquita navegando virtualmente por los próximos destinos indonesios.
La caída de la tarde me invita a pasear nuevamente por el Jardín del Bicentenario y esperar la puesta de sol plácidamente sentada en la hierba.
Junto a un hermoso árbol he visto algo verde, gelatinoso, con ojos, medio metido en un agujero del tronco, me he calzado las gafas sobre la nariz y mirando más de cerca he visto que era un sapo pequeño del tamaño de una moneda de dos dólares australianos ( ya no me acuerdo del tamaño de las monedas de euro).
He intentado hacerle saltar o moverse rozándole con un bolígrafo pero lo único que conseguí es que se estremeciera de sus extremidades anteriores (las posteriores estaban en el agujero) y moviera los ojos por lo que he supuesto que estaba atrapado por algo que lo retenía en el agujero, no sé si siendo devorado o succionado por otro animalito desde dentro…… ¡Que imaginación¡ todo esto porque no me ha hecho ni caso. Por si acaso tenía razón no quise insistir, no me gusta ver morir a ningún animal. (Excepto los insectos, claro).
La puesta de sol hermosa como acostumbra a ser y siempre diferente. Esta vez como habían algunas nubes estratificadas el rojo parecía pintado con pinceles.
Ya de nuevo en el hotel me he dado otro baño en la piscina esperando la hora decenar.
Mañana he quedado con Paul que libra del trabajo, para ir a dar un paseo en tándem.
Espero hacerlo bien, nunca he ido en estas bicicletas, por lo menos no caer al suelo pues seré yo la que dirija y él va detrás. ¡En que líos me meto¡
Espero hacerlo bien, nunca he ido en estas bicicletas, por lo menos no caer al suelo pues seré yo la que dirija y él va detrás. ¡En que líos me meto¡