jueves, 19 de julio de 2012

24/11/2011 Going to Madidi, Selva amoazonica



Como influye en el estado anímico la música.

Ayer me puse melancólica cenando con música romanticorra.

Me sensibilizó y por un momento despertó mi deseo de amar y ser amada (no conformarse con lo que hay con tal de no estar sola, eso no me sirve) como cantaban en los boleros de anoche que pese a que me aseguro a mi misma que es una utopía a las que solo unos privilegiados acceden, las vivencias de estos últimos días me han dejado con el regusto de que ese milagro se pudiera producir.

La candidez me enamora y no la encuentro en los de mi edad, somos más complicados, reconociendo que yo tampoco puedo recuperar esa simpleza desprovista de sarcasmos e ironías que lo único que denotan son muchas guerras a cuestas y con resultados no siempre brillantes.

Bueno, eso fue ayer durante la cena y duró lo que dura un caramelo en la puerta de un colegio.


Por la mañana temprano salimos dirección a Madidi, selva en estado primigenio en gran parte por la labor de conservación y respeto medio ambiental de los que regentan el campamento de Chalalan nombre dado por el sonido onomatopéyico que se produce al chocar o romperse el cristal.

Me contó el guía que cuando lo estaban construyendo ellos mismos (la comunidad de San José de Chupiamonos) pasó un animal destrozando la vajilla puesta a secar, ese hecho les inspiró el nombre.

En la barcaza que nos ha llevado 6h rio arriba adentrándonos en la selva he conocido a Caroline, suiza, profesora de alemán a chavales quinceañeros, es muy agradable.
Hemos ido hablando de nuestros viajes cotejando lugares ya visitados por ambas, ella también viaja sola durante varios meses.

Ya en el campamento he conocido a su amiga Yastina, de Australia. Es altísima, delgada y desgarbada, supongo que su encogimiento en el porte viene condicionado por su posible complejo de alta.
Es poco habladora pero cuando habla sus observaciones son muy agudas y divertidas, es un encanto. También viaja sola y creo que tiene previsto un año de asueto.


En la comida nos han presentado a nuestros guías. A mí me han adjudicado uno en exclusiva, Raúl, que es muy agradable.
A ellas dos les han dado otro guía llamado Iván y a los cinco restantes de la expedición otro guía llamado Rigoberto (vaya nombrecito).
A Caroline no le ha gustado Iván y me ha pedido de venir conmigo, le he dicho que haga lo que quiera pero le he recordado que mi guía explicaría en español, le ha paracido bien porque habla español y quiere mejorarlo, no ha tenido en cuenta la opinión de Yustina que no entiende ni papa de español, le ha dicho que ella se lo irá traduciendo.


Todo esto ha creado un enredo pues han dejado plantado a Iván que se ha pensado que he sido yo quien ha enredado todo el organigrama.
El paseo en canoa por el lago ha sido fascinante. Tiene 30 ha. Rodeado de espesa selva y con gran variedad de aves y otros animales fascinantes de observar en su ambitito y no enjaulados o en asquerosos zoos.
Tanto la comida como la cena han sido deliciosos manjares de la tierra muy bien condimentados por cocineras de la comunidad. Nos reciben tras cada salida con un jugo de fruta fresca de lo más gratificante.


Por la noche con linternas (a mi me la han prestado pues sigo sin tener) hemos caminado por la selva en busca de esos animales que solo salen de noche y que también gusta ver.
Lo que más había eran enormes sapos como piedras de grandes.
También hemos visto luciérnagas, huellas de armadillo (a ellos es muy difícil llegarlos a ver), tarántulas enormes con sus peludas y negras patas y algunos otros animalejos.

Este lugar es muy placentero con cabañas de maderas de la selva pero traídas desde la zona donde se pueden cortar árboles a 4h del campamento ya que en el entorno que estamos ni se cortan árboles ni se matan animales.

El baño en las aguas del lago ha sido de lo más reconfortante y encima está bastante calentito.

Me he retirado a ni cabaña con hamaca colgada en la entrada y un limpísimo aseo privado, todo un lujo que agradezco pues yo pagué por dormitorio con baño colectivo.

Ha sido un maravilloso día de reencuentro conmigo misma, me han dado envidia los monos, me hubiera unido a ellos en sus andanzas por las ramas de árbol en árbol.

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