jueves, 19 de julio de 2012

27/12/2011 Nadando en la Isla de la Media Luna, Antártida



Cada día está lleno de emociones nuevas y diferentes. Las de hoy han sido intensas y divertidas.

Empezando con un orden cronológico, por la noche el navío se ha movido tanto que temía caer de la cama por lo que me falqué el pie con la barandilla para evitar rodar. El cajón de la cómoda no dejaba de dar golpes contra el radiador abriéndose y cerrándose sin parar.



Decidí que no había más remedio que levantarse a cerrarlo ya que mi compañera de habitación pasaba de todo.

Una vez solucionado ese problema fueron las maletas dentro del armario las que golpeaban las puertas queriendo salir. Esta vez le dije a Sharon que se levantara, les concediera la libertad colocándolas en el suelo de la cabina.



Por fin pude dormir con un movimiento que sorprendentemente me ayuda a tener un sueño profundo a pesar de ser como un terremoto.
Estoy convencida que de pequeña en la cuna mi mamá me zarandeaba exageradamente para que me durmiera (ya no puedo preguntárselo).


Por la mañana nos despertaron a las siete para que presenciáramos desde el puente (o desde donde quisiéramos) el paso estrechísimo que queda para entrar en la Isla Decepción llamada así por los fuertes vientos que tiene siempre en la entrada, solo hay 500 m de anchura y el barco se ha de arrimar a la costa derecha pues en la izquierda naufrago un barco que colisionó con otro que salía cuando él entraba.

No pudimos desembarcar debido al viento que levantaba olas peligrosas para las zodiacs.


Allí es donde teníamos previsto bañarnos en una playa que el agua está a 30ºc mas o menos debido a la actividad volcánica.
No pudo ser, anularon el desembarco por el fuerte viento que hacia peligroso ir en las zodiacs.
Dimos una vuelta por el precioso paisaje de esta ensenada y tomamos rumbo hacia la Isla de la Media Luna, llamada así por su forma.

Hicimos nuestro último desembarco en dicha isla con un sol precioso y relamente creo que ganamos en el cambio pues el entorno era de película con los glaciares rugiendo en sus traumaticas rupturas, los pingüinos haciendo pinguinadas y un hermoso ejemplar de León marino enorme descansando en el hielo sin hacernos puto caso.


Ya que teníamos puesto el bañador por el frustrado baño termal, nos picamos, un grupo de unos diez, los más majaras del buque, a bañarnos en las heladas aguas de esta hermosa playa.

Le comunique a Pablo de nuestra intención cuando nos desembarcaba en la isla, se puso en contacto con el buque y se trajeron un montón de toallas para secarnos al salir.


Fue una sensación inigualable el sumergirse en las aguas heladas.
Lo primero fue quitarme las múltiples capas que envolvían mi cuerpo, después me tiré de espaldas para recibir el primer impacto en la parte dorsal menos sensible que el pecho al frio.
Nade dos brazadas hacia dentro, me giré y nadé hacia fuera sintiendo que se me cortaba la respiración del frio pero las terminaciones sensitivas estaban sobrepasadas en su umbral por lo que no sentí dolor.


Al salir me envolví en las toallas y me cambié rápidamente poniéndome la ropa seca.
Se produjo una reacción térmica del cuerpo por lo que noté mucho calor.
Fue más fácil de lo que imaginaba.
La sensación del agua helada en todo el cuerpo me dejó muy bien, me sentía genial.

Pablose nos llevó al buque diciéndonos que estábamos majaras (con una sonrisa de admiración por la valentía) .
Tienen razón pero se vive una sola vez y si no lo hubiera hecho nunca hubiera sentido lo que sentí.
Me sentía genial.


Ya en el buque, los nadadores y los que no se mojaron tomamos un chocolate caliente con ron, primero brindamos por la proeza con un chupito de ron sin chocolate.

Cogimos rumbo hacia el Drake por lo que colocaron bolsas para vomitar por todo el barco cogidas con celofán a las pasarelas, facil de encontrar una en caso de necesidad.

Ahora queda el otro reto en el que no participo pues no quiero sentirme mareada, el de a ver quién es el último en vomitar al llegar a puerto tras el paso del Drake.

Yo pienso tomar biodramina.


No sé porque hablo, acabo de escribir esto y han venido a ver si me apuntaba a la apuesta, naturalmente mi vena masoca ha salido a flote y he dicho que si.
He pagado el dólar de la apuesta, “que dios me coja confesada” que se suele decir.

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