jueves, 19 de julio de 2012

27/5/2011 Darwin (VII)



A las 11,30h sonó mi teléfono en la biblioteca, era Paco que me llamaba para ir a comer juntos, como llevaba ya 2h con el ordenador, dejo el trabajo y me encuentro con él en la puerta de mi hotel.

Me ha llevado con su coche hasta las periferias de Darwin, pude darme cuenta de que es una ciudad muy extendida en superficie con un nucleó central de comercios muy pequeño.
Es grande pero tiene pocos habitantes unos 100.000 viven en casas ajardinadas (no hay edificios de apartamentos más que en el centro).


Hemos pasado por delante de su casa, es grande con jardín pero los materiales de construcción aquí son visualmente de mala calidad, como tejados y paredes de plancha onduladas, quiero creer que estarán tratadas para amortiguar el calor. Según me dice los precios de las casas, a pesar de su aspecto, son carísimas. Los jardines con la vegetación y ároles típicos de las zonas tropicales als adornan un montón.


Hemos comido en un centro comercial a las afuera, en un japonés. Pasaba por el mostrador un tren con vagones con platitos de comida e ibas cogiendo el que te apetecía mientras esperabas que te trajeran el plato escogido en la carta .Pedí un pollo con arroz y verduritas mientras cogí un platillo de salmón. Realmente bueno y bien condimentado.

Me estuvo hablando de su vida y sus inquietudes, tiene gran necesidad de volver a España pues la añora pero ha de esperar a tener dinero para comprar un apartamento allí.


Luego estuvimos en la playa de Fanny beach que es como todas enorme y vacía. La verdad es que no se entiende, la temporada de medusas ha pasado, a no ser que como tienen tantas playas y son tan pocos habitantes……..Pero no creo pues los turistas están siempre en los mejores sitios, más bien creo que es por las medusas. Justo el mes pasado acabó el tiempo de los 4 meses de prohibición total de baño por ese problema, debe quedar la inercia.


Me ha dejado en el hotel, le he dicho que tenía ganas de retirarme a descansar y es verdad, habla por los codos, como buen andaluz, con la escusa de que nunca puede hablar español, ya no le seguía, me dormía.
Al despedirnos me ha dicho que le llame dando noticias mías pues cuando por fin vuelva a España irá a visitarme a Barcelona que no la conoce.

En el hotel estaba John tomándose una cerveza, hemos estado hablando, me ha invitado a salir esta noche (es viernes) a bailar. Me he acordado de que hoy es la milonga mensual de Darwin pero está lejos y prefiero salir de marcha por el centro. Me ha dicho que se va a comprar un auto caravana que a las cinco tiene que encontrarse con los vendedores, unos italianos y que luego nos podemos encontrar allí, me ha propuesto ir con él de camping unos días con su nueva adquisición. Todo esto me suena, es igualito que en Alice Springs con David, que curiosa es la vida y que casualidad. Le he dicho que ya veríamos.

Por la tarde, estando en la piscina leyendo haciendo tiempo para mi cita ha venido el de Nueva Zelanda, no recuerdo su nombre, iba colocadito, me ha dicho si no me molestaba que me diera conversación, me ha contado todo su vida (que raro, será que son muy caros los psiquiatras por aquí) La verdad es que suelen ser personas con familias desestructuradas que viven solos y añoran el calor del hogar.
Tiene 52 años, de 5 hijos que tiene solo se relaciona y poco con la más pequeña. Se ha puesto a llorar y me ha pedido perdón. Una vez repuesto me ha pedido de salir a tomar unas copas, le he dicho que tenía una cita, ha insistido para salir mañana, le he dicho que no. No parece mala persona, no me importa hablar con él en el hotel pero salir no.

Al poco rato ha llegado John con los italianos, son tres chicos treintañeros muy simpáticos, uno habla español. John le ha pedido que me traduzca que le gusto mucho y que me encuentra muy guapa. El chico se ha quedado cortado, nos hemos mirado riendo y le ha contestado que yo lo entendía mejor que él, no hacía falta traductores.

Me ha contado que la venta ha sido muy regateada, compraron la van hace dos meses en Sídney por 3000 dólares y la han vendido a John por 2.600, dicen que la han vendido mal pero como van para Bali (allí estaremos todos) han preferido cerrar el trato.
Ha sido divertido porque cuando les he dicho que pidieran a John que les acompañara a su hotel (aún no saben a cuál y van cargados) me ha dicho ¡no¡ mejor que no nos lleve que se puede dar cuenta que no funciona muy bien rompiendo el trato.
Hemos reído, John se ha interesado por qué reíamos, para disimular le ha dicho que estábamos haciendo bromas sobre la política italiana. Me ha extrañado que compre un vehículo solo mirándolo, sin probarlo.

John ha ido a buscar más cervezas y vino para mí, por cierto que ha traído un vino negro dulce imbebible, he pedido auxilio a mis cómplices italianos que han dado fin a la botella que reconociendo que no era su vino preferido no han hecho ascos de él, incluso disimuladamente cuando no estaba mirando John que insistía que el vino era para mí, he vaciado mi vaso en el vaso de uno de ellos.

Se ha unido a nosotros una chica que duerme en mi habitación y el de Nueva Zelanda creándose una bonita tertulia.

Como era tarde John les ha dicho que se podían quedar en la furgoneta esa noche, estaba aparcada en nuestro hotel y por 10 dólares por persona el hostel les dejaba quedarse en la zona de aparcamiento.
Hemos salido a bailar a los bares de nuestra misma calle pues es la única con marcha. Todos ellos tienen música en directo y una pequeña pista de baile. John es muy divertido y desinhibido bailando.
A las doce, cual cenicienta, le he pedido que se quedara él que yo me iba a dormir, me quiso acompañar pero le convencí que siguiera la fiesta sin mí.

Al poco de estar ya metida en la cama llamaron a la puerta, era él que me dijo que había perdido el teléfono que le ayudara a encontrarlo, le he hecho una llamada desde el mío. Estaba como una cuba.