jueves, 19 de julio de 2012

31/7/2011 Delta del rio Mekong, Vietnam



La visita al mercado flotante ha sido interesante pero menos colorida de lo esperado. Era un mercado para mayoristas tipo mercado central, donde los barcos presentaban sus mercancías para ser vendidas en grandes cantidades a los pequeños vendedores.


Cada barco tenía una caña de bambú izada con una muestra del producto o productos que allí se vendían, cuando se les agotaba uno de ellos lo sacaban de la caña y si lo vendían todo la caña estaba vacía.


Sorprende que todo este trasiego se lleve a cabo en el rio, parece como si fuera debido a que esas mercancías llegaran de otros lugares por ese medio y se ahorraran desembarcarlas para su venta.


El aspecto es de un enjambre de barcazas de cierta envergadura colocadas aparentemente por gremios de los productos que venden que son verduras y frutas.
No hay venta de pescado ni carne ni otras cosas que no sean las del campo.


Como nos movemos entre ellas, otro enjambre de turistas en barcas más ligeras sacando fotos de sus transacciones, no han perdido la ocasión de sacar provecho. Otras barcas aún más ligeras que las nuestras se acercan para ofrecernos café, bebidas o fruta.


No me ha gustado que usen a los niños para intentar incrementar sus ventas por el efecto que estos producen de lástima o simpatía ya que se les enseña a comerciar a muy tierna edad. Eso no creo que sea bueno para el desarrollo psicológico de los chavales en los que ya se les nota la tensión en el rostro por la presión de vender.
Luego hemos ido a una fábrica de papel de arroz donde con fuegos alimentados con las cascaras de arroz se calienta una pasta muy licuada hecha previamente con arroz blanco descascarillado mezclado con agua.


El papel de arroz se corta a tiras y se hacen los nodles, comida típica de esta zona y muy bien recibida por los jóvenes turistas que les encantan.


Degustando los dulces de arroz que nos ofrece una lugareña entrada en años que es capaz de estar sentada sobre sus pies durante horas.
La visita ha acabado en otra fábrica donde se nos enseña los procesos por los que pasa el grano de arroz hasta llegar al plato.


Hemos conocido a dos españolas del mismo Bilbao, Berta y Eli, muy simpáticas con las que hemos comido.


Por la tarde hemos salido del delta del Mekong para en autobús llegarnos hasta Saigón pasando por pueblos y ciudades llenas de vida y colorido.
Las vistas del rio desde tierra son impresionantes tanto por su tamaño como por la belleza del puente que lo cruza.


Llegados a Saigón o mejor dicho a Ho Chi Minh, ha empezado a llover como cada día.
Hemos ido a meternos los cuatro en un hostal muy céntrico que es una casa familiar compuesta por los padres , los abuelos y una preciosa niña de dos años que corretea bajando y subiendo la escalera con mucha habilidad.
Tras una ducha para sacudirnos el polvo del camino hemos ido a dar un paseo por las calles anexas al hotel que son las más marchosas llenas de bares y restaurantes.
Me he sentido bien caminando por las calles de Saigón mezclada con el bullicio del tránsito y los reclamos de los locales para que entremos en su restaurante y no en otro.


Me he llevado la sorpresa de encontrarme a Honey que casualmente está en un hostal al lado de nuestra casa familiar. Hemos cenado los cinco juntos pasándolo muy bien contándonos historietas y vivencias.


Como voy pillada de tiempo ya que el cuatro tengo que estar en Hanói para recibir a Marta, he decidido que el día dos me voy en tren cama.
Tarda unas 30 horas o más en llegar, salgo el día dos de agosto a las 11 pm y llego dos días más tarde, el día cuatro por la mañana.
Así podré ir viendo el país desde la ventanilla, no tengo más tiempo para Vietnam sur. El norte lo haré con Marta.

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