jueves, 19 de julio de 2012

6/8/2011 Halong Bay, Vietnam



¡Que pasada¡ Es un espectáculo salido de la misma naturaleza. No me extraña que lo consideren Patrimonio de la Humanidad.
Halong es una bahía enorme plagadita de islas (más de 2000) tipo monolitos que emergen fantasmagóricamente de unas mansas aguas de mar color esmeralda.
No es fácil describir este paisaje hay que vivirlo.


En una amplísima zona, estas islas se unen haciendo un puerto natural donde los barcos atracan como pueden apilándose.
Allí hay una enorme cueva tipo “Cova del Drac” de Mallorca. Es preciosa. Está compuesta por varias cuevas unidas entre sí por pasadizos que se abren a espacios muy grandes de manera espectacular por las estalactitas con formas que desatan la imaginación.


Lo malo es la cantidad de personas acumuladas en un mismo sitio. Entramos en la cueva con mucha gente haciendo cola que recuerdan los mejores tiempos de los países comunistas.


Un paseo en Kayak para hacer ejercicio y disfrutar del entorno.
Por suerte pudimos ponernos de acuerdo Marta y yo para remar hacia el mismo sitio ya que en un principio lo hacíamos tan mal que quedamos embarrancadas contra el barco.
Navegando entre estas islas durante un par de horas alejándonos del bullicio de barcos concentrados, disfruté de una paz y serenidad ambiental contagiosa.
La puesta de sol con sus cambios de luz y color reflejados en las rocas y en el agua.


Una tertulia esperando la cena, mientras caía la tarde, entre los componentes del grupo que navegamos juntos me hace pensar en lo agradable que es conocer gente tan igual y tan diferente a la vez.
Igual porque todos queremos conectar y logramos hacerlo con mucho acierto y diferentes por nuestras procedencias y vivencias.


Somos un grupo de diez personas donde seis hemos hecho mucha amistad compartiendo risas, complicidades y experiencias.
El primer contacto fue con el vietnamita de 18 años que es un sol, simpático, culto, inteligente.
Ha ganado un concurso, tras varios exámenes ha quedado seleccionado entre competidores procedentes de otras partes de Asia para obtener una beca para estudiar en la Universidad de Bioquímica de Oxford.


Estudió, hasta graduarse, en Singapur. Habla un inglés correctísimo Está muy nervioso esperando ir a Europa en octubre con esa beca de estudios. Es el que más anécdotas nos cuenta.
Me ha confesado que con su contacto con nuestra cultura occidental ha sido un revulsivo para él.
Ha sentido un gran choque cultural, cuando vuelve a casa se siente extraño entre los suyos con sus ritos, tabús, creencias que antaño compartía y ahora las ve de manera diferente.
Está algo desorientado por eso.
Nos ha contado muchas cosas de la guerra que sabe por sus padres ya que él es muy joven.

Ana es polaca y un cascabel, tiene 24 años y también habla un inglés que parece su propia lengua, es muy avispada y tiene mucho sentido del humor, es con la que más me rio.
Me ha hecho gracia cuando la otra pareja, holandeses, que se nos ha unido al grupo estaban besándose en cubierta junto a nosotras y le dije a Ana “esto no es justo” y ella tronchándose de risa me ha dicho que pensaba lo mismo que yo, pasando a hacer bromas al respecto ya que el mozo en cuestión está buenísimo (es de la edad de ellas).

Los holandeses son muy simpáticos, al principio estaban algo apartados y serios pero les invitamos a unirse a nosotros en la mesa para comer demostrándonos con sus aportaciones a la conversación que gozaban de excelente sentido del humor.
La edad parecida a la de mi hija.
Los cuatro restantes son una pareja, él francés y ella suiza que se incorporan a ratos a nuestras conversaciones y dos amigas coreanas que no se hablan con nadie y van a su bola.


La puesta de sol en el mar con estas islas rodeandonos, solos, sin más barcos alrededor, hace que me sienta emocionada con tanta belleza.
Me separo del grupo para disfrutarla desde la proa del barco sentada en el suelo pensando en lo hermoso que es este planeta que habitamos.

Hemos fondeado para dormir en una zona repletita de otros barcos atracados también con el mismo fin, entre todos parecemos una ciudad flotante.

Mañana podemos lanzarnos al mar para nadar un rato después de desayunar.

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