jueves, 19 de julio de 2012

Refugio Kibo 25/01/2011














Hoy iniciamos el ascenso al refugio de Kibo (4750mts.) A medida que ascendemos disminuye la calidad y cantidad de la comida, pero como también disminuye el apetito, no es ningún problema. El cambio de aguas está repercutiendo en el digestivo y voy algo suelta.

Esta noche por fin he logrado dormir algo, incluso he tenido sueños un tanto extraños de un león que quiere comerse a una cría de otro animal, yo lo retenía para evitarlo a la vez que entendía que no se puede alterar el orden natural de las cosas, que hay que dejar que se manifieste tal cual.

Llegamos A kibo con ciertas dificultades tras siete horas de camino, el oxigeno escasea y los movimientos se enlentencen para que no se dispare el corazón.














Cerca del campamento hay una explanada que la gente con piedras pone su nombre en el suelo, yo he puesto Cataluña para hacer pátria, Joan casi me come, he corregido lo escrito y he puesto Catalunya.

En el camino Abdi me ha preguntado que clase de hombre busco para marido, si me sirve él.
Este chico va directo, le he recordado que está casado y con hijos, me dice que está separado.

Ante mi negativa, se me ofrece para ir conmigo a Zanzibar y hacerme de guía. ¡Son la ostia¡ Me ha pedido que nos encontremos en Kibo tras una gran piedra que hay algo más arriba que quiere escribir en mi libreta.

Durante el final del trayecto ya hemos ido viendo la cima del Kili cada vez mas cerca y el barranco que hay que ascender. Junto al campamento se observa la enorme y larga subida que nos espera, el plan es cenar a las seis dormir de ocho a once y salir a las doce con once horas de ascenso por esa ladera que es tan empinada que hay que subir zigzagueando.















Ante la indecisión de si quería hacerlo o no, le pedí a Joseph, que hiciéramos un ensayo de ascenso para ver como me respondía el cuerpo ya que estaba respirando con dificultad.
Hemos subido 150 metros más para lo cual hemos invertido más de una hora con muchas paradas, muy despacio pero con todo y con eso el corazón iba disparado, notaba en la cabeza fuertes palpitaciones .
Estuvimos a unos 5000mts durante media hora parados para ver si me recuperaba, el corazón se normalizó pero se me instauró un intenso dolor de cabeza. Me planteé si quería pasar 11 horas sintiéndome así y decidí que no, que no iba a subir.














Hasta aquí ha llegado mi cartel del Cap

He cenado solo arroz pues tengo gastritis, he tomado ibuprofeno, ya no me duele la cabeza.

Joseph me pregunta que que vamos a hacer, le propongo ir al cine, se ríe, quedamos de vernos por la mañana.

Caminar para ir a las letrinas es costoso, se ha de hacer muy despacio, oyéndote los latidos, un martillo golpea el cerebro con cada palpitación, el respirar es dificultoso.

No puedo dormir nada, tampoco respiro bien, el dormitorio es comunitario, somos unas ocho personas, hace mucho frío, no me puedo estirar porque respiro peor. Permanezco sentada en la cama. Las horas parece que no pasan, se me hace eterno. Al fin llegan las once de la noche, se levantan todos para iniciar el ascenso. Lali ha pasado con dolor de cabeza y vómitos toda la tarde pero se anima a subir de todas formas. Decido que ya que no voy a subir tampoco quiero pasar la noche en ese refugio. Hago llamar a mi guía para comunicarle que nosotros descendemos a Horombo a pasar la noche.














Bajando con Joseph se unió a nosotros el porteador el cocinero y el camarero. Me sabe mal haber movilizado a tanta gente, de todas maneras si hubiera hecho el ascenso también se habrían movilizado.

Bajamos a toda velocidad pero no por ello sin dejar de maravillarme de la inmensidad de un cielo de fondo negro plagado de lucecitas, como si estuvieran celebrando una fiesta.

Tras la sombra del monte gemelo del Uhuru (que así llaman los locales al Kili) sale una luna que aunque ya está menguante luce de una belleza deslumbrante.

Llegamos al refugio a las tres de la madrugada para pesar de los durmientes que estaban en el albergue. El sacar mi saco y deshacer mi petate pese a mis precauciones los despertó, juraria que a todos.

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