jueves, 19 de julio de 2012

regreso Mandara 26/01/2011

Al despertar he encontrado en la litera de al lado mio a una coreana que la tuvieron que bajar desde Kibo por dificultades respiratórias importantes.
Es muy simpática y hemos caminado juntas un rato en el descenso. Me contó que conocía España por haber hecho el Camino de Santiago hacía dos años. Lo que más le gusta de España es el vino (puedo estar de acuerdo con ella en eso si no fuera por que se olvida del jamón y del queso manchego).














Los porteadores cantan y bailan la canción del Kilimanjaro antes de la marcha, muy emotivo.

Joseph parece un caballo con querencia de cuadra, corre que se las pela para llegar a casa pero yo no le sigo, le he dicho varias veces que quiero disfrutar del día tan soleado y bonito, del paisaje y que no tenía ninguna prisa, aún y con eso se iba distanciando, como intentando
tirar de mi......Yo pole pole.

La comida me estaba esperando en el campamento de Mandara y me estiré a descansar en la hierba, no pasó ni media hora que ya estaba Joseph apurándome para continuar la marcha. Le he dicho que tenia una rozadura en el pie por la rapidez del descenso de la noche anterior y ha insistido en que me bajaran con la ambulancia. Es joven, intenta imponer sus deseos a los míos. Accedo para no entrar en conflicto.














Hemos caminado una hora hasta llegar a la explanada donde tenía que recogerme la ambulancia. Es un espacio hermoso poblado de árboles y plantas.

La alergia a vuelto a aparecer con toda su intensidad y no paro de moquear. Hay unas inglesas esperando también. Una está fumando " pa matarla" me alejo de su lado para poder respirar el aire puro de la montaña y no dejarme contaminar de humo.

Mientras espero, me vienen imágenes de los grupos numerosos de ingleses y de americanos (del norte claro). Van en grupos de 20-25 personas, están muy disciplinados y caminan cual batallón romano manteniendo el grupo de forma que se desplazan como un solo cuerpo. Esta cohesión les dá mucho ánimo ante la adversidad que produce el esfuerzo. Cada día hacían ejercicios de estiramientos antes de la marcha y avanzadillas de aclimatación a las alturas mientras los demás descansamos....¡son disciplinadísimos¡ y así poco a poco lo consiguen todo.



















Por fin llega la ambulancia, si alguien estuviera grave se habría muerto ya.

Ya en el hotel de nuevo, deseosa de una ducha que necesitaba urgente tras tantos días de montaña, paso el resto del día.
Una vez descansada, limpia y respirando con normalidad me pregunto si no debería haber intentado el ascenso, total ¿por lo que faltaba?. Es fácil pensar eso cuando estás bien, respiras normal y no te martillea la cabeza las alturas. Creo que hice lo correcto, sería chungo que por subir arriesgase a sufrir un derrame cerebral o cualquier otra cosa, me conformo con los 5000 a los que lleguét



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