jueves, 19 de julio de 2012

13/10/2011 Ultimo día en Asia, Yangón



Para ser el último día he estado con mis sentidos adormecidos y la psique perezosa.
Seguramente es el lógico resultado de estar dando tumbos por esas carreteras durante tantas horas y no haber dormido suficiente. Esta indolencia me ha sido agradable, es un estar y no estar, caminar como flotando.


Pero tiene como inconveniente que no he podido sacar todo el partido deseado al encuentro en el muelle con un grupo de muchachitas divertidas y juguetonas que me han pedido que las fotografíe, cosa que he hecho de mil amores.
Lo que no me ha gustado es la incapacidad de mi mente para darles conversación y sacar jugo a ese fortuito encuentro como me gusta hacer en otras ocasiones, me he sentido retraída y perezosa de mente.


Luego me las he vuelto a encontrar paseando por la ciudad, se han puesto muy contentas de verme y me han preguntado si me acordaba de ellas.
Como no iba a acordarme si eran la alegría de vivir en persona, sonriendo les he dicho que si pero he vuelto a ser incapaz de más. Una ocasión pérdida.
A la hora de posar se esfuerzan por estar serias aunque se les escape la risa y sobre todo no enseñar los dientes. ¿Es cultural? En los adultos lo he observado atribuyendolo a sus dientes teñidos por el betel que mastican pero los jóvenes no se porque prefieren salir serios en las fotos.


Batahtaung Pagoda ha sido mi última visita a lugares religiosos, ha puesto punto final. He estado en tantos templos, pagodas, estupas, monasterios y demás que si con esas visitas se llega al Nirvana yo ya debo estar en ese estado (más hoy que estoy atontada).


Esta fruta tan apetitosa esta destinada a ofrendas a buda, ¡que desperdicio¡

He comido en un restaurante que aconseja mi guía se llama Monsoom y ha sido acertadísimo, el local al estilo europeo con manteles limpios (eso es excepcional aquí) comida exquisita y precio razonable, un buen fin de fiesta.
He de reconocer que los últimos días en Inle Lake he comido también estupendamente en el restaurante El Loto cerca de mi hotel.

Las impresiones que me llevo de este amable (exceptuando el gobierno) país es que es lo mejorcito del sureste asiático.
Paisajes bonitos, elementos arquitectónicos religiosos a gogo y muy aparentes, vida rural bucólica, lago increíble de grande, con mucha vida y sobre todo sus gentes que con escasísimas excepciones son la amabilidad personificada.
Como desagradable remarcar las dificultades de acceso a poder sacar dinero lo que condiciona un montón la economía pasando a tener que vigilar cada dólar gastado por miedo a quedarme sin. La arbitrariedad del gobierno por bloquearme mi blog (aunque que se puede esperar de una dictadura militar).
Tampoco es bonito ver como mascan todo el día betel escupiéndolo en cualquier sitio (fea costumbre) que les deja los dientes entre rojos y negros, cuando te hablan parece que tengan un flemón en la boca por el bulto de la hierba.


El rio Yangon está oculto a la ciudad, no hay un paseo a lo largo de él. Las casas o los containers del puerto hacen una barrera visual del mismo.
En Bangkok pasa lo mismo, el disfrute del rio ha de hacerse un barca, tampoco hay un paseo que lo recorra ¡lastima¡
Hoy pues digo “mingalava” (adios) y “ jesuva”(gracias) por última vez a Myanmar haciéndolo extensible al resto de Asia.


¡Me esperan las Américas¡

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