jueves, 19 de julio de 2012

13/9/2011 Cabalgando de nuevo en tren, Agra/Varanasi.



El día de hoy ha girado en torno a este hecho, el desplazamiento a otro bello y conflictivo lugar de la India.

Leyendo la guía nos advierten de que nos adentramos en la boca del lobo. Toda la presión recibida hasta ahora para sacar algo económico, con mentiras y triquiñuelas, de nosotros se ve incrementada en Varanasi.

Se nos advierte que hay robos en el tren que no aceptemos comida ni bebida de nadie pues incluso eso utilizan para robar.

No tranquiliza nada estas advertencias, son útiles, lo reconozco pero predisponen a estar en guardia continua lo que hace feas las relaciones con la gente de aquí, no me gusta tener que estar a la defensiva constantemente.

Como de Agra ya hemos visitado lo que queríamos ver, hemos aprovechado la mañana para buscar sitios interesantes en nuestro nuevo alto en el camino, consultar en la web sobre trenes a Darjeeling , etc.

Tengo la esperanza que en el Himalaya la situación cambie y las relaciones con la gente puedan ser más relajadas.

Comimos en una terraza de un hostal muy sucio que Ros me iba diciendo “aquí no” pero como ya estábamos subiendo las escaleras le propuse verlo y si no nos gustaba marchar.

Las vistas al Taj Mahal nos decidieron a probar suerte con la comida y nos quedamos.
Fue fantástico, un par de cervecitas de más de medio litro muy frías, el Taj de fondo, una buena conversación y una excelente comida me llevo a pensar que no siempre es lo que parece,. Se puede encontrar algo bueno en el sitio menos apetecible.
Me alegre de la decisión de quedarnos.


La estación de tren estaba abarrotada de gente tirada por el suelo. Familias enteras con niños durmiendo, sentadas en el suelo por falta de bancos donde sentarse. Supongo que no ponen bancos para que no se queden a vivir en ellos permanentemente.


Cuando ha llegado el tren, como siempre no encontrábamos el vagón pero siempre nos ayuda alguien a dar con él, son muy amables.
La sorpresa fue que los asientos designados ya tenían ocupante, un señor me miró mi billete electrónico y me dijo que era de lista de espera, que deberíamos haber pasado por ventanilla a ver si teníamos sitio o no.
Me dijo que no me preocupara y se fue a buscar al revisor para solucionar nuestro problema.

Me quede algo preocupada por lo que podía ser quedarse “compuesta y sin novio”.
Ya me veía a Ros y a mí en la estación con las maletas en la mano, diciendo adiós a nuestro tren, buscando un hotel para pasar la noche o en último extremo haciéndonos sitio entre los que dormían en el suelo.

Pero no fue así, el revisor miró su lista de pasajeros y allí estaban nuestros nombres, me sentí la mujer más afortunada del mundo…………………..¡qué cosas¡

Teníamos literas adjudicadas aunque en compartimentos diferentes.

Como siempre el aire acondicionado a toda potencia hizo desconfortable la noche. Las sabanas y la manta que nos dieron no eran suficientes para hacerme olvidar que estaba dentro de un frigorífico.

Por suerte a alguna hora imprecisa lo apagaron y pude por fin dormir placidamente con el traqueteo del tren.

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