jueves, 19 de julio de 2012

15/9/2011 Paseo a remo por el Ganges, Varanasi.



A las seis de la mañana un paseo por el Ganges con barca de remos nos permite contemplar las abluciones diarias de sus habitantes en las diferentes Ghats.


El cielo, algo nublado no ha permitido ver la salida del sol que se prometía hermosa, otra vez será.

Pese a que la imagen de la gente bañándose en el Ganges está muy vista por medio de tv, películas, etc. no es lo mismo contemplarlo en directo al amanecer, con una quietud ambiental que acompaña a las oraciones y ofrendas.


Hemos decidido ir en barcaza de remos para no disturbar esta quietud.
El espectáculo viendo la gente como se baña, lava la ropa, lava la vaca, hace sus oraciones, etc estaba lleno de colorido.
Tanto hombres como sobre todo mujeres lucen ropas de colores muy alegres y vistosos.


La ida fue sin apenas remar pues íbamos ayudados por la corriente del Ganges. Me dijo el guía de la barca que allí confluían los ríos Veran y Assi, de allí en nombre de la ciudad Veranasi.
A la vuelta remaron contra corriente, me pude percatar de lo fuerte que va el rio pues hacían un gran esfuerzo para lograr navegar en su contra.


A las ocho estábamos de vuelta.
Fuimos a desayunar al restaurante donde cenamos y donde Ros se intoxicó ya que se pasó la noche visitando el lavabo.
Luego me pregunté por qué fuimos al mismo sitio, no supe contestarme a no ser que fuera que era el único en la zona con aire acondicionado y aquí junto al río hace un calor bochornoso que nos tiene todo el día bañados en sudor.


Un pensamiento ronda desde hace días por mi cabeza. He visto y leído en muchos sitios a lo largo de mi vida que los países pobres compraban los productos a punto de caducar o caducados a bajo precio a las compañías productoras que así sacan un beneficio mayor que si lo tuvieran que tirar.
Lo que me producía un cierto desasosiego era pensar que ellos tenían que usar lo que ya no estaba en condiciones para ser usado por nosotros.

Me he reído viendo que lo que no pensé es que esos son los mismos productos que nos venden a los turistas que somos los que podemos comprarlos obteniendo así su beneficio.
Me parece justo que si vendemos algo que está caducado a ellos, no protestar si está caducado lo que nos venden a nosotros.

Todo lo que he comprado hasta ahora y he mirado fecha de caducidad, todo (patatas fritas, galletitas, Coca-Colas, champús, etc.) estaba caducado.


Contraté los servicios del taxista que nos trajo al hotel desde la estación y que me dejó una tarjeta, parecía serio y no demasiado pesado.
Convenimos un precio para que nos llevara a los sitios dignos de ver y luego a las siete a la estación de Mughal Sarai desde donde sale nuestro tren New Jalpaiguri que es la más cercana a nuestro destino de Darjeeling.
Como siempre, no podría ser diferente tuvimos nuestras tensiones ya que él pretendía llevarnos donde le interesaba y yo no le dejé.
Fuimos donde queríamos ir con restricciones pues al final ya decía que aquello no estaba permitido la entrada para los turistas a pesar de que mi libro guía daba hasta el precio de la entrada para visitarlo.

Lo que pretendía era soltarnos en la estación lo antes posible y cobrar lo estipulado.
Le aguanté el pulso lo que creó cierta tensión pero conseguí que nos recogiera a las siete como habíamos convenido.

En la estación nos enteramos que el tren vendría con 45 minutos de retraso en un principio que se fueron convirtiendo paulatinamente de media hora en media hora hasta seis horas.

Nos juntamos todos los guiris que allí estábamos esperando el mismo tren para hacer piña y consolarnos los unos a los otros con la paciencia que requiere el viajar por países no desarrollados.
Renfe no era mucho mejor hace unos años, era como una aventura coger el tren, pasaba de todo, llegaba tarde, se estropeaba en el camino, si había algo de nieve ya no circulaba dejándote tirado en medio de la nada. Es decir que una ya sabe de lo que va esto.

Estábamos allí la representación de la comunidad europea con un italiano que viaja solo, dos francesas de vacaciones, dos alemanes y nosotros en representación de España (o Catalunya, según se mire).
Era desesperante ver pasar trenes y ninguno el nuestro pero distraído observar la mucha vida que allí se desarrollaba.

Tuvimos de todo, gente durmiendo estirados encima de un mantel con los churumbeles, jóvenes solitarios durmiendo directamente en el suelo, padres con chiquillos pequeñísimos que apenas sabían caminar danzando sin descanso de un lado a otro del andén hasta las tres de la mañana que llegó nuestro tren.

Los típicos voceras que hablan solos buscando en las papeleras donde uno encontró un plátano mugriento zampándoselo con gran placer para acto seguido iniciar una danza acompañada de unos cánticos que duraron mucho tiempo.

El colofón, la vaca paseando por el andén a su aire y los cientos de ratas en las vías.

Nosotros teníamos adjudicada una que se paseaba entre nuestros pies y las mochilas pero nadie hacia demasiado caso, eso era “pecata minuta” ante tanta suciedad, claro que he de reconocer que el andén lo fregaron hacia las doce de la noche con un largo palo unido a un gran trapo sucio que lo iba arrastrando un joven mientras otro le echaba un liquido por delante contenido en una botella de agua.

Las seis horas dieron para mucho y fueron amenas tanto por intensa actividad de los autóctonos como por las conversaciones con los otros guiris.

Por fin llegó el tren……………………………………..Buenas noches.

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