jueves, 19 de julio de 2012

17/8/2011 Gran Palace, Bangkok



Me suelen gustarlos templos de piedra y sin oropeles pero me quito el sombrero ante la magnificencia del Gran Palace de Bangkok.

Me he quedado sin respiración ante tanta belleza arquitectonica, cada edificio es una obra de arte. Emborracha la vista el que este todo tan junto y sean tantas y tan hermosas edificaciones.

Es impresionante la ornamentación y colorido de las diferentes dependencias.


Cada rincón del Palacio muestra la esplendorosa arquitectura empleada en cada fachada, en cada tejado, en cada rincón.


Bonsáis que no pasan desapercibidos a mi mirada a pesar de estar hipnotizada por la belleza de los edificios.


Cabe destacar el templo del buda esmeralda, no dejan tomar fotografías del interior.
Es el lugar más sagrado del Thai budismo. El altar de espectacular riqueza escultural, con el buda de 66 cm de altura. Realmente se ve pequeño entre tanta ornamentación. Está situado en lo alto, al entrar cuesta verlo.
El buda fue recubierto de pintura para camuflar su valor y salvarlo de posibles ladrones en el siglo XV pasando al olvido de lo que aquella imagen encerraba durante años.
Accidentalmente saltó la pintura de la nariz dejando al descubierto el brillo verdoso de la piedra.


Estuve un rato en su interior admirando el altar y meditando sobre la necesidad de los humanos en creer en algo que nos trascienda.
El frescor de su recinto ayudado por ventiladores colaboró a bajar la temperatura de nuestros cuerpos ya que hoy ha hecho un calor intenso.


Andrés lo ha vivido bastante mal, no está acostumbrado a estas temperaturas pues aunque en Barcelona también hace calor, los que vivimos allí no andamos por las calles a las horas punta de sol.
Le he animado a beber agua que ayuda mucho a reponerse de tanto sudor.
Hemos cogido un ferri para ir por el río Chao Phraya, es una manera de desplazarse por esa zona en vez de autobús o taxi.


Por la tarde a las cinco ha caído el chaparrón de cada día.
Nuestra calle está llena de restaurantes y bares y por la noche se llena de jovencitas busconas y sesentañeros que se prestan a ser encontrados, así todos contentos.

Todo Bangkok es como un enorme comercio. Las calles abarrotadas de paraditas de comida, de flores que le dan esa intensidad y variedad de olores, de ropa, de adornos.
Al parecer los 12 millones de habitantes de esta ciudad no acostumbran a comer en casa y si le añadimos a los muchísimos turistas que la visitan se puede entender que se esté todo el día cocinando algo por las calles.

Vimos un carrito de comida que servían insectos rebozaditos fritos. No parecen muy apetecibles aunque esas cosas son de carácter cultural ya que las ancas de rana que adoran los franceses tampoco son muy apetecibles para mí.

Cena (normal, no insectos rebozados)y tertulia completan el día.

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