jueves, 19 de julio de 2012

18/8/2011 Siam Parangon, grandes almacenes, Bangkok



Las sorpresas las encuentro en los lugares menos esperados.
Como hace tanto calor y Andrés no lo lleva muy bien nos hemos metido en unos grandes almacenes de temperatura glaciar que alivia y da un respiro a nuestro paseo matutino por las calles de Bangkok.

Es enorme, amplias plantas con todo tipo de boutiques de altas marcas con escaparates de lo más llamativo.
Grandes vidrieras hacen de paredes externas con claridad y visión de la ciudad. Desde su ascensor externo acristalado se puede ver el entorno de la plaza de Siam que es centro neurálgico comercial con modernísimos almacenes compitiendo entre ellos.

La sorpresa me la llevé en la librería. Era grandiosa, con multitud de estantes con todos los géneros literarios en varios idiomas acaparó mi atención durante más de una hora repasando los títulos y autores favoritos y descubriendo otros nuevos.
No pude resistirme, siempre que entro en una librería salgo con uno o varios libros bajo el brazo y esta vez no ha sido menos.
Me he dejado cautivar por Kundera en su novela “La vida está en otra parte”
Recuerdo cuando descubrí a este escritor hace 20 años. me gustó tanto que me leí todo lo que había escrito hasta entonces.

Como seguía haciendo mucho calor fuimos al hotel para bañarnos en la piscina.

Excepcionalmente no llovió por la tarde, lo hizo por la noche. Si fuera así siempre estará mejor pues es un engorro caminar por estas calles tan destartaladas lloviendo y encharcadas.

Mireia nos ha llamado, hemos quedado para cenar en un restaurante japonés, “Yumeji” en Sukhumvit Soi 19.
Un tanto extraño el sitio. Estaba oculto por unas semi cortinas que nos obligaba a agachar la cabeza para abrir una puerta que daba a una escalera vieja más acorde con un backpacker que con un restaurante.
Se accedía a unos comedores separados por plafones quedando cada mesa individualizada sin visión de las otras. Mesas bajas con cojines en el suelo y sin zapatos.

Mireia es muy divertida lo que ha hecho que la velada fuera encantadora.

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