jueves, 19 de julio de 2012

19/12/2011 Laguna esmeralda, Ushuaia



Esta mañana hemos ido a hacer un trekking al lago esmeralda dos compañeros de hostal y yo.

El se llama Marco y es de Parma, Italia y ella es Argentina de Buenos Aires.

Nos llegamos al Valle de los Lobos donde hay un centro que tienen mucos perros de trineo tomando el sol pues en estas fechas no tienen trabajo.
Es donde está la entrada al valle, donde cobran la taxa de acceso.

El camino entre el bosque con las montañas nevadas al fondo siguiendo el curso de un rio que más que rio era riachuelo de aguas frías, trasparentes, nacido en el propio lago.

Como era temprano hemos podido disfrutar de este magnífico paisaje, solos durante todo el camino.
El silencio roto tan solo por el murmullo de las aguas bajando veloces con algún pajarillo acompasando el líquido concierto me ha hecho sentir como parte integrante del entorno, es mi casa.



Llegamos a la laguna con ese color esmeralda que le da nombre a los pies del glaciar que la nutre.

Un resabiado pajarito nos acompañó en nuestro paseo alrededor del lago, se notaba que estaba acostumbrado a recibir premio por su comportamiento y yo no le defraudé, a la que nos sentamos a comer nuestras galletas recibió su parte que recogió casi de mi mano.



Fuimos hasta la entrada del parque en un taxi compartido pero el regreso a la ciudad lo hicimos en autostop como en los viejos tiempos de los setenta que era habitual medio de locomoción entre los jóvenes.

Nos paró un camión, subimos los tres en cabina pero nos avisó que nos dejaría antes del control de policía que había a la entrada del núcleo urbano pues está prohibido ir más de dos.



Justo al bajarnos nos paró otro coche sin que se lo pidiéramos, era un militar retirado que vino a estas tierras desde Santiago, para hacer la mili, se enamoró y se quedó.
Ahora tiene un hijo y una hija que le han hecho abuelo. Yo estaba maravillada de la amabilidad de esta persona.

Tras esta bonita escapada nos hemos despedido, ellos se van hoy del hostel.

Paseando por la ciudad he visto un perro que perseguía a otro paticorto que compensaba su defecto con velocidad. Ha logrado salir del apuro, el perseguidor ha desistido.



Me he acordado de mi pequeña perrita paticorta también que llamaba Chispa y corría como una liebre. Nunca vi perro más veloz que ella. Me adoraba, me seguía a todas partes, nunca le puse correa ni collar, nunca la oí ladrar por lo que creía que era muda hasta que un día ladró, me quedé admirada del hecho.
Tenía perritos (en una de sus carreras me perdió de vista para tener un encuentro amoroso a mis espaldas en un parque donde paseábamos) entró alguien por la puerta de la casa del pueblo, ella debió alertarse y ladró por primera vez desde que decidió ser mi perra.

Chispa fue durante muchos años hasta que murió una parte integrante de mi familia, mis hijos la querían mucho.
Yo tardé en decidirme de quedármela.
Pero el día que fui al pueblo y ella, con lo pequeña que era, rompió el candado del corral donde la tenían guardada entró como una bala en la casa, rompió el pasador de la puerta del lavabo donde estaba haciendo pipi ya que acababa de llegar de Barcelona y de repente tras el golpe en la puerta me encontré sentada en el váter con la perra en mis brazos sin entender como lo había logrado.

Ese día accedí a ser su dueña tal como ella quería.



He conseguido que organizaran una clase de yoga en el hostel, son geniales, se lo propuse al de recepción, puso un papel de convocatoria y se apuntaron dos chicas más, una de ellas era Cristina, la que estuvo conmigo en Rurrenabaque, en la selva, con lo que ha venido una profesora aquí a darnos la clase en el ático del hotel que es un precioso espacio con amplios ventanales y vistas de la ciudad, de suelo y techos de madera.

La clase de hora y media me ha reconciliado con mi cuerpo, me lo ha agradecido.
Al terminar, se veia la puesta de sol desde los ventanales(a las diez y media de la noche) es sorprendente que el día dure tanto ya que está de vuelta a las cuatro y media de la mañana.
Solo hay seis horas sin sol y menos de cuatro horas de oscuridad.

Y mañana a la busqueda de la Antartida.

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