jueves, 19 de julio de 2012

2/11/2011 Paseando Santiago.



Lo que mas me ha sorprendido en esta ciudad es que de todo Cuba (la visitada por mí) es la que está más politizada de todas.
Las referencias de sus hitos son de carácter militar, todo son referencias a la revolución y cuando hablo con los cubanos sacan el tema a relucir mostrando un muy marcado orgullo nacional.
La ciudad propiamente dicha no me parece tan señorial como La Habana aunque tiene algunos rinconcitos que no están, mal.


Hay poca circulación de vehículos comparado al resto del mundo pero por suerte porque los pocos que hay (muchos más que en las anteriores ciudades visitadas) polucionan un montón debido a una mala carburación que hace que emitan unos humos del tubo de escape muy negros y cargadito de metales por el gusto metálico (¿plomo?) que dejan en la boca al respirarlos.


La gente aquí la encuentro más incisiva y pesada en su búsqueda de ganarse la vida que en los otros lugares aunque más orgullosos y altivos.
He acompañado accidentalmente a un colegio de niños y niñas que paseaban por las mismas calles que yo.
Unos niños me han pedido una foto y la profesora los ha recriminado con demasiada severidad.


También oía las broncas que iban echándoles a los chavales por el camino si se desmadraban (a mí me parecía que iban como corderitos) con amenazas de volver al cole si no se portaban bien con mucha severidad, muy autoritaria en el tono de sus palabras.
En un parque que había unos músicos han cantado un himno revolucionario coreado por todos ellos.

Aquí veo también lo que parece un poder adquisitivo menor tanto porque sus comercios están menos abastecidos como por la vestimenta de sus ciudadanos.


Durante mi paseo me he visto acosada por todo tipo de comisionistas, bici-taxis, pedigüeñas y algún que otro jinetero.
Por la tarde uno joven que ya por la mañana le dije que quería ir a mi bola cuando se ofreció a acompañarme, me ha abordado con el mismo fin pero aduciendo que le apetecía charlar.


Me ha pedido vernos luego al atardecer que me llevaría al sitio donde todas las noches menos la del lunes se reúnen los cubanitos y cubanitas para tener un fin de día musical, bailando y bebiendo en un descampado donde el gobierno les ha colocados unos enormes altavoces y unos chiringuitos de bebidas.
Allí se encuentran, bailan y se divierten tras la jornada laboral antes de volver a sus hogares aunque me ha contado Dagoberto que así se llama este joven de 29 años, que muchos de ellos de trabajar nada, que viven de los padres (estos debe ser universal).
Luego hemos ido a oír música en vivo en un bar del centro. Los músicos de gran calidad y una pareja de baile muy buena.


Dí por finalizada mi salida a la hora de la cenicienta. Mi reloj biológico ya se ha acomodado al horario actual y a esa hora me pide catre.

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