jueves, 19 de julio de 2012

21/8/2011 Koh Chang (el paraíso encontrado) Tailandia





A 360 km al sureste de Bangkok, tras 7h de autobús más ferry, hemos llegado a una bella isla poco explotada turísticamente con abundante vegetación de palmeras y cocoteros, preciosas playas de agua turquesa y un relax importante después de pasar una semana en la big citty.

Los taxis colectivos que nos han recogido en el puerto para repartirnos en los distintos hoteles a duras penas podían subir las pendientes muy pronunciadas de la carretera que salva un desnivel importante en escasos kilómetros.


Daba “yu-yu” el ver las curvas con tanta inclinación, el coche repletito de turistas y maletas, el motor que parecía querer pararse a mitad de la curva……….En fin, al final hemos llegado al hotel de bungalós con playa privada, piscina y todos los servicios que hacen los deleites de los turistas.

Tengo que reconocer que un poco de lujo y mucho de relax me van a sentar bien para reponerme de tanta circulación rodada de estos días tanto en Hanói como en Bangkok.


Un baño de mar rematado con un poco de piscina para quitarse de encima el sofoco del viaje.
La comida en la terraza junto la playa, una cervecita muy fría…………..Que más se puede desear, soy una afortunada y para remate a precios muy asequibles. La comida con bebidas de dos personas 4 euros, no está nada mal.
La caída de la tarde con puesta de sol notoriamente bella me hace sentir feliz nuevamente. ¡Qué maravilla ¡no hay nada que supere esa sensación de integración, de simbiosis, de pertenencia que siento cuando estoy rodeada de naturaleza.


Los estudios sociológicos hablan a menudo de la pertenencia a un grupo social como pilar que sustenta al individuo.
Mi parecer al respecto es que deben tener razón pero yo siempre me he sentido desclasada, nunca he podido integrarme o sentirme parte de ningún grupo ni laboral ni de otras clases, nunca me he afiliado a nada, no pertenezco a ninguna religión, no me siento identificada con nada.
Creo que en mi esta necesidad o sensación de pertenencia me la produce la naturaleza en vez de los grupos sociales.


Al abrir el correo he encontrado mail de Eva que se supone que nos desvela el sexo del niño/a que lleva en su ya enorme barriga.
No he sabido deducirlo, estoy en baja forma. Le he contestado que sea generosa con las mentes decadentes y me diga claramente si es niño o niña. He estado a punto de decirle “lo siento pero soy rubia” pero no sé si entenderá la ironía (rubia=tonta en Asia).

También he recibido un esplendido relato de las peripecias de José en Canadá que me han hecho reír mientras lo leía a la vez que sentir la angustia que ha debido pasar con el robo de su cartera con dinero, documentación, tarjetas de crédito, etc.
Realmente me he quedado fascinada con la manera de exponer la situación, creo que tiene dotes de novelista ocultas.
He de reconocer que tiene facilidad para todo, espero que siga tocando el piano que el muy cabrón lo toca de maravilla sin que nadie le enseñara (bueno, yo algo…poco) y yo tras 4 años de ir a clases de piano y solfeo no logré más que afinar algo más cuando canto pero de tocar el piano con algo de acierto, nada de nada.


El otro mail que he recibido hoy me hubiera gustado recibirlo unos días antes. Es de de Jordi Fuertes, amigo y dentista que quería consultarle sobre las posibilidades reales de curar mi granuloma apical fistulizado sin sacrificar mi muela.
Estaba de vacaciones, lástima, ahora ya no tiene vuelta atrás.


La puesta de sol efímera y bella reflejada en estas fotografías pone fin a otro día hermoso para ser recordado.

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