jueves, 19 de julio de 2012

22/10/2011 De La Habana a Cienfuegos.



Mientras esperaba las dos horas de retraso que han tardado en recogerme porque se les había roto la guagua he estado en el lobby del hotel que tiene dos grandes jaulas con varios periquitos.
Un atentado contra su naturaleza, si tienen alas es un crimen estar enjaulado.

Me acordé de que en el puente de Amarapurna en Myanmar vi que vendían pajaritos vivos que tenían en una jaula. En un principio miré hacia otro lado para no ver que hacían con ellos.
Como mi curiosidad es más fuerte que la barrera de protección a mi sensibilidad, no queriendo mirar, miré.
Una sonrisa iluminó mi rostro al ver que los compradores soltaban a volar a los enjaulados.
Tras un momento de alegría mi espíritu inquisitivo me llevó a preguntarme para que los cazaran si la finalidad era soltarlos.
La respuesta es fácil, como negocio para ganar dinero. Inmediatamente se me planteó la disyuntiva que me crean estas situaciones.
¿Realmente se les hace un bien comprándolos para soltarlos? ¿No fomenta esto que los cacen y los enjaulen si es negocio?
Creo que si nadie los comprara dejarían de cazarlos.


El trayecto por carretera me deja ver un paisaje muy verde, exuberante pero muy diferente a los paisajes vistos en Asia y África donde la vida se cierne alrededor de la carretera mientras que en Cuba no hay nadie ni vendiendo ni viviendo junto a la ruta.

Tampoco se ven casas de campo o granjas aisladas, puede ser porque no existe la propiedad privada por lo que la gente vive en centros urbanos y no diseminadas por el campo.

La carretera muy bien asfaltada y muy limpia lo mismo que los pueblos que cruzamos. No se ve chabolismo ni miseria. La gente viste muy bien y se les ve bien nutridos, sobre todo los niños.

En una parada para repostar veo a Fidel, llevaba todo, barba, gorra, traje militar incluso el habano en la boca. Le oí hablar y no era Fidel era un Norteamericano algo excéntrico y desfasado.


La ciudad de Cienfuegos es muy bonita, cuidada y según me ha contado un cubano con el que estuve hablando, recibe subvenciones por ser patrimonio de la UNESCO.
Una jovencísima mamá con su niño de tres meses, Kevin, me han hecho el honor de dejarles tomar una foto. Reflejo del amor maternal en su rostro.


Me gusta su luminosidad, las calles rectilíneas con edificios de dos pisos y esos colores pastel tan característico de Cuba.
Aquí tampoco faltan mozos que se ofrezcan como acompañantes. Uno de ellos, Lázaro, me ha estado siguiendo durante un rato sin ver el momento de abordarme, al final se ha decidido a presentarse, preguntar por mi procedencia, invitarme a un café y como no he aceptado ha estado un buen rato hablándome de lo importante que es abrirse, sacar fuera esas cosas que nos entristecen y nos hacen infelices.


A voz de pronto me ha llamado la atención lo que decía pues me he preguntado si por casualidad ha interpretado que estar sola es sinónimo de tener penas y ser infeliz por lo que le he escuchado por un rato hasta que ha empezado a hablarme de si conocía de teorías de alguien que no recuerdo el nombre que al parecer, según dice Lázaro (así se llama el mozo), es un personaje norteamericano que preconiza no se qué………………….A ese nivel ya había dejado de interesarme lo original del argumento de su abordaje.
Agradeciéndole sus consejos me despedí lo que aceptó contrariado pero educadamente dejó de dar la vara.

La familia con la que estoy alojada es muy cariñosa, el nieto, Jonathan, de siete años ha venido corriendo muy excitado con un dibujo en la mano que ha hecho para su enamorada.
Me lo he mirado y en un papel con un corazón ha escrito dentro ¿quieres ser mi novia? Ha completado el dibujo con un collage de una foto de una modelo (supongo) y una rosa y en un extremo la sentencia……….Si, junto a un cuadradito……..No, junto a otro cuadradito.

La muy desalmada se lo ha devuelto con la cruz en el “no”.


De esta manera es como empiezan a interpretar los hombres que cuando una mujer dice “no” es que quiere decir que “si “pues vino con unas alegrías que si no es así no me lo explico.

La puesta de sol entre los edificios de esta bonita ciudad muestra como en la Habana un cielo con unos rojos y amarillos muy llamativo y luminoso.


Me gusta Cienfuegos, es apacible y tranquila, es una ventaja de que aún no tengan tres coches por familia como en el mundo capitalista.

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