jueves, 19 de julio de 2012

23/10/2011 Paseando por Cienfuegos



Ya son tres días de dieta, estoy mejor del digestivo pero me siento algo débil. Eso no ha impedido que me recorra paseando todo el malecón de Cienfuegos en un día luminoso que ha hecho hoy y con un mar calmo, parece una balsa de aceite.

Me he encontrado con mi amigo Ismael, lo conocí anoche de regreso a mi casa. Me abordó con mucha sinceridad diciéndome que tenía comisión si iba a cenar a un Paladar que me recomendaba lo que dio pié a que charláramos largamente de Cuba.

Hoy el tema de conversación ha sido más de lo mismo, La Revolución, sus logros y fracasos vista por un cubano de 37 años. Dicho así parece el título de un libro.


Al parecer lo que más reivindican los jóvenes es el poder relacionarse con los turistas sin que la policía les tenga que pedir el carnet de identidad por eso.
También se queja del racismo entre “trigueños” (blancos) y “prietos” (negro) aunque si el prieto tiene dinero pasa a ser “mulatito”
Dice que todo le malo lo achacan a los negros, que me fije en los supermercados y veré que por cada negro comprando hay por lo menos cinco trigueños.
Parece ser que la élite de Cuba es blanca y eso que en teoría no hay clases sociales (o no debería haberlas).
Contradicciones de la vida.
Reconoce que ha habido una gran apertura, tienen acceso a bares, restaurantes, supermercados (que por cierto los veo muy bien abastecidos) y otros lugares en que antaño solo podían acceder los extranjeros.

Si tienen para pagar pueden hacer uso de todo lo que hay en Cuba, incluso pueden viajar a otros países si es invitado por cualquier amigo con una carta y un depósito de 2.000 dólares a nombre del que se va.
El motivo del depósito es comprensible ya que es para que el cubano/a pueda regresar a casa si la invitación es malintencionada.


La verdad es que estoy gratamente sorprendida del desarrollo que está produciéndose aquí.
Estoy convencida que hoy en día un cubano prefiere quedarse en Cuba (con dinero) que marchar a otro país.
Como un árbol no hace un bosque espero seguir viendo el resto de la isla para ver si mantengo esta impresión tan optimista.

Me mandó en mail mi amigo argentino Orlando que me remarca muy acertadamente el cambio que se ha producido en mi diario del blog desde que dejé Asia.
Me ha hecho pensar que con su demostrada (por lo que he leído de sus escritos) sensibilidad tiene razón, ha dado en el clavo, no me había parado a pensarlo pero es verdad que tengo un estado anímico muy diferente desde que dejé Asia.


Al principio lo he atribuí al jet lag pero no es eso, Asia me ha atrapado el alma, la añoro. Me encuentro como pez fuera del agua.

Espero que con el paso del tiempo se diluya esta impregnación tan fuerte de Asia que llevo metida en los poros de la piel y empiece a valorar y percibir con mejor predisposición lo que me puede ofrecer América.

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