jueves, 19 de julio de 2012

24/10/2011 De Cienfuegos a Trinidad

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Este recorrido que hago por la isla me recuerda la divertida película de “Guantanamera”, un periplo por toda Cuba con un ataúd desde Santiago para ir a enterrarlo en el cementerio La Habana, pone de relieve la estupidez burocrática de los distritos en que está dividida la isla y la rigidez del sistema.

En mis manos ha caído un libro de Mario Vargas Llosa y esta vez no por casualidad, como el anterior, sino porque lo compré en el aeropuerto de Cancún.
“El sueño del celta” es su título y me está poniendo los pelos de punta con sus descripciones de las ignominias que se cometían en el Congo Belga por parte de Leopoldo II (rey de Bélgica) con la escusa de llevar la civilización y el desarrollo a unas gentes que habían estado miles de años así sin necesidad de que nada cambiara.
El pecado de esa gente: vivir en una zona con recursos naturales abundantes y codiciados por el mundo “civilizado” como el caucho.

Lo mismito pasó en la Amazonia del Perú a cargo de las compañías caucheras de capital inglés.
Es curioso el paralelismo en las atrocidades cometidas en ambos casos con los indígenas en partes tan distantes del mundo.

Nuestro nivel de bienestar en el llamado “primer mundo” tiene las manos manchadas de sangre.

El libro está muy bien escrito, ¿Cómo no? Vargas Llosa es un genio de la narrativa, no en vano le dieron el Premio Nobel de Literatura del 2010 aunque él personalmente nunca ha sido santo de mi devoción. Su trayectoria política y personal me llena de discrepancias con él pero una cosa no tiene que ver con la otra.


Estaba sumida en la lectura en un sofá de mi casa cuando ha llegado hasta mí la dueña diciéndome si podía hacerme una consulta ya que yo era médico. Tenía una duda.
He dejado el libro a un lado y la he invitado a continuar. 

El tema es el siguiente, su nieto de siete años y su amigo de la misma edad están enamorados de unas niñas de diez años vecinas del barrio (a la que ayer le pidió ser su novia con un dibujo).
La verdad es que los ví jugando en la puerta de la calle y ellas parecen sus madres, están muy desarrolladas, les pasan más de un palmo.
Bueno, pues el nieto le ha contado a la abuela que en una fiesta que hicieron para celebrar no se que, ellas les morrearon intensamente restregando sus cuerpos en los de ellos y con toqueteos.

El problema lo ve la abuela en saber hasta dónde puede llegar eso, si debe de hablar con las madres de ellas y sobre todo está preocupada porque el chaval solo piensa en ella, no está concentrado en clase e incluso se he empezado a orinar en la cama cosa que antes no hacía.
Ella cree que las muchachas están aprovechando que los tienen tan coladitos por ellas para ir descubriendo nuevas sensaciones.

En principio los jugueteos de este tipo no deben preocuparla, le he dicho, ya que aunque hay esa diferencia de edad el descubrir el sexo es una parte del juego infantil, es normal.
Lo que preocupa es la repercusión psicológica del niño.
Le aconsejo que si se mantiene este estado de excitación permanente que lo consulte con un psicólogo que me ha dicho que es posible.


El trayecto a Trinidad ha sido corto. Por el camino hemos encontrado muchachos a caballo llevando vacas al estilo película del oeste. El paisaje de un verde intenso con mucha vegetación de árbol bajo y matorral.
Cerca de Trinidad ya se veía el mar.


Me ha contado el dueño de la casa donde estoy hospedada que esta ciudad también está considerada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Estas casas particulares donde me alojo cubren, en las zonas de más demanda turística, la falta o escasez de hoteles.
Son oficiales y supongo que deben requerir unas condiciones aceptables para que se les de la licencia. En las que he estado hasta ahora han sido geniales, no faltaba de nada.

Hoy para cenar una langosta, ya veremos cómo lo acepta mi estómago tras tantos días de dieta. La he comido en mi casa que por el módico precio de 8 pesos convertibles me dan de cenar como una reina. A ver si empiezo a recobrarme de tanta dieta involuntaria.


Esta tarde, paseando por esta ciudad que tiene más aspecto de pueblo ya que sus casas son todas de una sola planta con calles más estrechas que en Cienfuegos y en general con un aspecto muy diferente.
Me he puesto a hablar con dos cubanas y un cubano que estaban tomando café en un chiringuito en la calle.
Son muy divertidas y me dicen que si no ríen se mueren. La verdad es que tienen mucha vida dentro.


He quedado con ellas a la salida del trabajo para ir mañana a dar una vuelta por el pueblo.

También he contratado para mañana una excursión a caballo por los alrededores de Trinidad con baño en unas cascadas.

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