jueves, 19 de julio de 2012

23/8/2011 Petanca en Koh Chang, Tailandia




Recuerdo haberlo jugado en mi infancia, se puso de moda un tiempo, al final no cuajó, ahora casi solo lo juegan jubilados.
La petanca tiene la ventaja que puedes jugar de cualquier manera, no es necesario ningún aditamento especial, las bolas son fáciles de transportar por su escaso volumen y cualquier terreno llano sirve de campo de juego.
Las normas del juego las he ido aprendiendo gracias a la paciencia de Bruno que me las ha explicado mientras jugábamos.


Por la noche ha tronado que parecía romperse el cielo, por suerte llevaba puestos los tapones y solo lo oía en sordina sin que el ruido me despertase.
Esta noche he dormido 9 horas seguidas de un tirón.
La lluvia ha cesado a media mañana quedando un día algo nuboso con una brisa muy agradable.

He pasado gran parte del día en una tumbona junto al mar leyendo mientras oía las olas del mar. Los niños jugando con su perro me han hecho pensar en los míos.


Mi primer perro era perra, se llamaba Diana pero lo acortaba llamándole Dina. Era una pointer mezclada. Me gustaba verla cuando de repente se paraba en el campo levantaba una pata delantera, apuntaba con su hocico hacia alguna parte con la mirada fija y el rabo estirado se quedaba así por un rato.
Mi padre me dijo que era porque marcaba alguna pieza a cazar, lo raro es que nunca llegué a ver esa pieza que marcaba, creo que se la imaginaba.


Yo tenía cuatro o cinco años para entonces y me gustaba estirarme junto a ella debajo del aparador del comedor que era su lugar favorito.
Muchas veces me quedaba dormida allí abrazada a ella que me soportaba con paciencia.
Lo curioso es que desde aquel lugar llegué a oír conversaciones de los adultos que ignoraban mi presencia que hacían que me quedase quieta sin respirar apenas para no ser descubierta pues temía que me riñeran por estar allí.
Era una caja de sorpresas lo que llegaba a mis oídos, supe de cosas que jamás me fueron dichas debido a mi corta edad, costándome entender cómo era posible que todo aquello que oía fuera cierto.


Después he tenido muchos perros más. Todos han tenido un espacio importante en mi vida y en mi corazón llegando a un entendimiento mudo con ellos rayano a la telepatía.
No hacen falta muchas palabras para que un perro te entienda, basta una mirada, un gesto incluso un suspiro para que el perro te sepa lo que quieres y viceversa.
Hemos decidido regresar a Bangkok, esta isla es muy agradable y me sabe mal volver al bullicio de la ciudad pero lo veo conveniente.
Aprovecharé que estaré aún una semana allí para ir nuevamente a yoga y a bailar tango en espera del vuelo a Delhi.


Por la tarde en el bar de Bruno tomando un pastis y jugando a petanca.
Hemos conocido a otro francés, Alami que lleva 15 años trabajando para una ONG y ahora tiene destino en Battamban de Cambodia.
Es muy simpático, ha estado hablándome de India y los mejores lugares para visitar.
Tiene dos hijos de dos mujeres diferentes.
Su manera de sonreír y de mirar lo hacen muy agradable. Los ojos le quedan ocultos en una raya cuando sonríe viéndose salir de ella dos chispitas que denotan una persona llena de vida y alegría.


Bruno estaba muy animado y bailongo. Bailamos un poco una especie de fusión de canciones francesas con música arábiga que le gusta mucho oír.
Bruno es soltero no tiene hijos trabajó en San Tropez en un restaurante y desde hace 7 años vive en Tailandia llevando ahora su propio negocio en esta isla.
Les he dejado a los tres que siguen celebrando que están vivos con mojitos.


Me hubiera gustado estar más tiempo aquí en esta isla en otras condiciones, haciendo excursiones o inmersión o alquilando una moto para recorrerla.
En general me esperaba algo diferente en Tailandia, no pensé que a Andrés no le apeteciera moverse demasiado. No fui a muchos lugares para reservarlos para cuando viniera él, ahora me iré sin haberlos visitado.
Él me anima a que haga lo que más me apetezca que no me preocupe pero no me parece adecuado o al menos yo no me sentiría bien conmigo misma si me fuera a visitar por mi cuenta otros lugares de Tailandia que me apetecen dejándole solo.

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