jueves, 19 de julio de 2012

24/9/2011 Volando de nuevo, Yangon, Myanmar



Habría jurado que en el JJ Market del fin de semana de Bangkok, uno de los más grandes mercados del mundo, había de todo pero no es así.
Después de pasar 2 horas preguntando por una linterna, no he podido dar con ninguna parada con este género. Tanto insistir acabé por aprenderme como se decía linterna en Thai con gran regocijo de los vendedores que reían de mi mala pronunciación pero se notaba que les hacía gracia la buena intención.
Si después de 6 meses de viaje me he apañado sin linterna, ya la compraré cuando me venga más a mano.
La navaja sí que la he encontrado fácilmente, así podré pelar la fruta que compre en la calle.
Conseguí el parche para poner en la maleta de Myanmar y el de Vietnam que me desapareció en el último vuelo. También me he atrevido a comprar el de México pues tengo ya decidido que vuelo a las Américas a finales de octubre, cuando me echen de Birmania.

El aeropuerto de Bangkok sigue con alguna sorpresa nueva cada vez que voy. Esta vez ha sido una exposición de orquídeas.
La escultura de la serpiente de cinco cabezas ya la había visto en las anteriores ocasiones pero sigue impresionando.
El vuelo en la hora prevista sin incidentes. Me he comprado la guía Lonely Planet de Mexico (vaya tocho) pues temo no encontrarla en Birmania.
El aeropuerto de Yangon está rodeado de campos de cultivos y de casas con jardín que llegan casi hasta la pista. Se ve todo muy verde.

Ya en Yangón nos han recogido en el aeropuerto los del hotel. Éramos una docena de turistas que llegábamos en el vuelo desde Bangkok, entre ellos había tres catalanes ¡faltaría más¡ qué dice Forges en sus viñetas.
El mini bus que nos ha llevado al hostal ha pasado por al lado de Shwe Dagon Paya que es francamente impresionante y monumental. Estaba iluminado muy vistoso y prometedor. Será la primera visita de mañana, estoy impaciente.

Me ha impresionado tanto como en el verano d 1986 la plaza Roja de Moscú. Llegué también de noche y solo supe decir con los ojos abiertos como platos ¡ostia, que maravilla¡ La diferencia es que entonces iba a pie y pude quedarme allí petrificada ante tanta belleza mientras que esta vez ha pasado por mis ojos como un relámpago.

En el hostal nos han recibido con un zumo de limón muy refrescante, son muy amables.
He bajado a cenar al restaurante y dos jovencitos quinceañeros con mucha alegría en el cuerpo y poco trabajo me han estado vacilando de forma muy divertida.
Se sentaban a mi lado para tomar el pedido de la cena, se quedan hablando conmigo, cantando y haciendo movimientos de baile tipo los de las actuaciones de cantantes de la tele, preguntándome lo de siempre (de donde eres, donde has estado, donde vas a estar, etc.) y al cabo de casi media hora aún no habían llevado el pedido de mi cena a la cocina.
Llevan la alegría en el cuerpo………………...Son pura alegría y eso contagia.

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