jueves, 19 de julio de 2012

25/9/2011 Shwedagon Paya, Yangon



Me ha cogido totalmente desprevenida, no podía contar con el inconveniente que tienen los países que están sometidos a una dictadura sea del color que sea. Aquí hay una dictadura militar férrea.

Sucedió lo mismo que aquí cuando fui a Cuba y en la Unión Soviética, lo que en esos lugares estaba prevenida y no tuve ningún problema. Además iba directamente desde España con el dinero en el bolsillo.

El hecho es que en estos países con dictaduras y bloqueos económicos no venden nada a los turistas con dinero del propio país, se lo cobran todo en dólares. Me refiero a hoteles, vuelos, trenes etc. Lo que hace que tengas que adquirir dólares si no los has traído y se los cobran cargando un 10% que es una pasada.
Por otro lado no aceptan tarjetas de crédito ni de debito en ningún sitio, tampoco los hoteles. No hay cajeros ATM como en el resto del mundo por lo que no sirve de nada llevar tarjeta de crédito. Se ha de venir con dólares contantes y sonantes y sobre todo nuevecitos pues la menos arruguita que tenga ya no los quiere.

Esto ha hecho que me encuentre en una encerrona pues he intentado sacar billete de tren para Bagan y ha sido imposible. No me aceptaban billetes de aquí (cambié erróneamente dólares por dinero del país en el hotel). No me aceptaron el resto de dólares que llevaba porque no eran nuevos (para mi estaban impecables). No me aceptaron tarjeta de crédito. Al ser domingo los bancos cerrados.

Para el colmo de los colmos no me permiten sacar billetes de avión por internet, no se si porque detecta donde está el modem y debe haber un cerrojo hacia lo que se hace desde este país por lo que no voy a tener más remedio que pasar por el aro, ir a una agencia de viajes, pagar en dólares en efectivo con un 10% de recargo sobre el precio del vuelo.
Miguel no me avisó de este detalle porque él viaja con dinero no con tarjetas y seguro que no tuvo este problema.

Dejando ya de llorarme a mi misma debo reconocer que el templo budista de Shwe Dagon es magnífico tanto por su tamaño y extensión como por los detalles ornamentales.
Cuando lo vi por la noche iluminado me dejó sin aliento. De día no pierde su encanto pero si la magia que le confieren las luces entre la oscuridad de la noche.
Me llama la atención los miles de budas que hay es este recinto en los diferentes e interminables altares. Hay budas en todas partes de todas las formas y posiciones imaginables incluso los hay psicodélicos con lucecitas led de colores rodeándoles la cabeza.


Me he dado cuenta que los chavales más jóvenes rezan a esos budas discotequeros. Será por eso que les han puesto las luces parpadeantes, para atraer a los más jóvenes.
La visita a tanto templo y a cual más adornado se alarga por lo grande del recinto. Sentada ante uno de los muchos budas he pensado en la ingenuidad conmovedora de estas religiones.
Tanto budistas como Hindúes presentan altares con muchas figuritas y mucho colorido más propios de un gusto infantil. Eso es lo que les da encanto, su simpleza.
La religión forma parte de sus vidas sin cuestionarse para nada su veracidad. Estoy convencidísima que su devoción tiene connotaciones altamente supersticiosas de atraer buena suerte o como mínimo evitar la mala.
Sea como sea me conmueve tanta inocencia e ingenuidad.

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